Con gran orgullo patrio y en reconocimiento de su gran aporte a la cultura musical de Colombia, al conmemorarse este 21 de febrero 196 años de la toma de posesión del Presidente de Colombia del Libertador Simón Bolívar se le otorgaron reconocimientos a los maestros Juan Ceballos, guitarrista que acompañó a Guillermo Buitrago en la divulgación de música vallenata en guitarra , a Héctor Palacios, colombiano residenciado en China, compositor e interprete del vallenato en el continente asiático y la niña “Prodigio del Acordeón», Galicia Camacho.
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LEANDRO JOSÉ DÍAZ DUARTE.» El invidente genial que todo lo veía».
«En la casa de Alto Pino se oyó por primera vez, el leve llanto de un niño que acababa de nacer»
Leandro Díaz.
Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado.
El talento es una cualidad que puede permitirnos desarrollar un alto nivel de competitividad en cualquier ámbito profesional.
Alguien que supo explotar ese don que Dios le dio, el cual le fue beneficioso para el resto de su existencia, con el que descubrió su gran pasión por la música, actividad que fue perfeccionando poco a poco sumado a la perseverancia y la dedicación que se convirtieron en sus mejores armas para poder alcanzar el éxito como compositor de la música vallenata, fue el gran maestro Leandro Díaz, unas fantásticas herramientas sin las cuales incluso el más talentoso nunca podría triunfar en la vida.
Ninguna de las personas que le conocieron a temprana edad, le auguraban un buen futuro, dada su limitación visual. No obstante ello, el destino le tenía deparada cosas muy grandes, que solo con el correr de los años, se habrían de enterar quienes desde pequeño lo conocieron y fueron escépticos de que algún día obtuviera algún tipo de logro. Quizás no comprendieron que aquello de lo cual carecía (visión) le sería compensado de otra manera: una agudeza auditiva extraordinaria de tal manera que todo lo que ocurría en derredor era percibido por él, dando con ello vuelo a su imaginación.
Un lunes 20 de febrero del año 1928, en una alegre mañana de ambiente festivo por los carnavales que se festejaban en esa región del Caribe colombiano, llegó a este mundo un niño invidente en el hogar conformado por Abel Rafael Duarte y María Ignacia «Nacha» Díaz, a quien se le bautizó con el nombre de Leandro José Díaz Duarte, llevando por delante el apellido de su progenitora, nació exactamente en una finca llamada Alto Pino, ubicada en el municipio de Barrancas en el centro del departamento de la exótica Guajira.
Como era de esperarse, sus primeros años de vida transcurrieron en el campo, rodeado de la naturaleza, las fragancias de las flores y árboles nativos, el canto de los pájaros, el correr de las aguas de los riachuelos, el brincolear de las aves de corral, el mugir de las vacas, el olor a café matutino, el dulce aroma de las frutas maduras. Toda esa constelación de múltiples y variados sonidos y olores, fueron desarrollando en el pequeño Leandro, una cosmovisión muy particular, un mundo mágico y surrealista, que soñaba con vivir y dar a conocer.
Ese mundo en el que se sumergía diariamente le fue dando motivos para inspirarse. Inspiraciones que más tarde se habrían de traducir en cantos muy originales, productos de sus vivencias y una sensibilidad extraordinaria que fue desarrollando cada vez mayor y mejor.
Puede afirmarse, sin lugar a dudas, que este niño invidente se convirtió en un cronista muy agudo de la realidad que lo circundaba, pues a todo el que lo visitaba a su humilde morada, le solía preguntar por múltiples cosas, sumado a los libros, novelas y cuentos que le leía y narraba su tía Erotida, quien fue parte fundamental en el desarrollo imaginativo y literario de este genio de la composición, motivo por el cual mantenía enterado de los sucesos ocurridos en su región. Y ni que hablar de las damas, que empezó a tratar con dulzura, encanto y admiración, ellas fueron de gran inspiración y musas de muchos de sus cantos, aunque siempre se dolió a si mismo de sus penas, porque muchas veces se sintió muy solo y rechazado, tal como lo expresó en su célebre canción titulada ‘A MI NO ME CONSUELA NADIE’.
Muy a pesar suyo, de no haber tenido una formación académica, fue todo un visionario de los problemas que padece nuestra sociedad, motivo este que lo condujo a expresarse con cierta rebeldía, ante hechos que no consentía o no eran de su agrado. También se manifestó en otras áreas de la vida cotidiana, ya fueran estos de carácter amoroso, social, político o económico.
Peleó con todo y contra todos, manteniendo un diálogo permanente con la vida, la muerte, el amor, el desamor, táctica a la cual lidió con sus versos certeros, cargados de unas sublimes, mágicas y embrujadoras melodías y textos pletóricos de filosofía, poesía, pedagogía. Además de lo anterior fue un auténtico rey de la metáfora y otras figuras literarias, ya que con una precisión asombrosa, creó expresiones idiomáticas no comunes que causaban admiración, como fue el caso del clásico de la música vallenata titulado ‘LA DIOSA CORONADA’ a quien el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez denominó como «el vallenato más lindo de Macondo», donde una de sus frases «En adelanto van estos lugares: ya tienen su Diosa Coronada», sirvió como epígrafe de una de sus magistrales obras literarias ‘EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA’.
La influencia de este maestro conocido como «El Homero del Vallenato» en la música de Francisco el Hombre, está entre el romanticismo clásico de una riqueza melódica exquisita, fuerza en la composición, combinada perfectamente con su precisión idiomática y un grafismo verdaderamente asombroso.
Tuvo un sentido práctico de la vida, vivió intensamente su mundo interior, mientras que otros esperaban la luz eléctrica o solar, él siempre se conformó con la iluminación espiritual y una luz interna con mucha fuerza que lo hizo salir y darle brillo a su mundo de tinieblas.
Díaz Duarte tuvo la particularidad de convertir el sufrimiento en un crisol, con el cual templó su condición poética y el talento que el Supremo Creador le concedió.
Muchas de sus canciones nacieron en esos momentos en los que el deseo se desbordaba y el amor parecía ser lo único que contaba. Por esa razón su música constituye un retrato o el vivo reflejo de sus experiencias personales y del deseo de amar donde no había espacio para la ficción, más bien eran como un desahogo de su interior, que se convertían en explosiones del alma.
Hablar de este gran maestro, es hacer referencia a un hombre con una inteligencia increíble, la cual era muy común sentirla al escuchar sus frases muy originales, esencia de unos verdaderos pensamientos filosóficos, tales como los siguientes:
» Mientras más lento se piensa, más rápido se triunfa»
» Si las mujeres no existieran el corazón de los hombres no tuviera oficio»
» A las mujeres siempre las he exaltado, hasta cuando me pagan mal»
» Dios no me puso los ojos en la cara, porque se demoró poniéndomelos en el alma»
» Yo no soy compositor, soy un pensador que le pone melodía a los pensamientos»
Leandro Díaz fue un manantial inagotable de talento, que con sus canciones alegró el corazón de los amantes de la música vallenata.
Rodeado del amor de su familia y miles de amigos, hombres y mujeres que admiraron su legado poético-musical se marchó de este mundo terrenal el sábado 22 de junio de 2013 en la ciudad de Valledupar. Partió dejando una historia musical invaluable que hace parte de la Banda Sonora de esta expresión musical, cultural y folclórica, que es la música vallenata, cómo olvidar que vino a este mundo a brindar alegría con sus canciones. Como dice el título de una de sus últimas composiciones ‘COMO YO NO HAY DOS’. Se nos fue el hombre, pero le abrió paso a la leyenda.
Con el gran Leandro Díaz podemos aplicar la frase del escritor mexicano Miguel Ángel Ruíz Macías que dice: «No vemos la verdad porque estamos ciegos. Lo que nos ciega son todas esas falsas creencias que tenemos en la mente».
«Nada es más triste que un recuerdo felíz».
Jairo Enrique Soto Hernández.
El 24 de febrero se abren las inscripciones para los concursos del 56° Festival de la Leyenda Vallenata
La Fundación Festival de la Leyenda Vallenata dará apertura a las inscripciones de los distintos concursos de la versión 56 del Festival de la Leyenda Vallenata en homenaje a Luis Enrique Martínez, en la fecha establecida del 24 de febrero al cinco de abril de 2023.
Se escogió la fecha de apertura, por ese día conmemorarse el centenario del natalicio del juglar conocido como ‘El Pollo Vallenato’, quien dejó una escuela musical que cuenta con los alumnos más aventajados del folclor.
De igual manera, después del cierre de inscripciones los cambios de cajeros, guacharaqueros o cantantes acompañantes de los acordeoneros o acordeoneras, se podrán hacer únicamente del 10 al 14 de abril.
Seguir leyendo «El 24 de febrero se abren las inscripciones para los concursos del 56° Festival de la Leyenda Vallenata»‘La historia’ de Rafael Escalona en la voz de Carlos Vives
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv
Después de 30 años de grabar clásicos vallenatos regresa Carlos Vives con una historia que siendo muy joven conmovió el corazón del maestro Rafael Escalona, quedándole colgados tristes recuerdos, siendo Valledupar el epicentro.
Escalona en su momento lo relató de la siguiente manera. “Tenía un amigo que se llamaba Jaime Orozco y los dos terminamos con nuestras novias. Eso nos dolió mucho, pero él pudo olvidar, yo en cambio no lo hice. Es una historia que me duele recordar porque es muy sentimental. De ese hecho nació la canción”.
Seguir leyendo «‘La historia’ de Rafael Escalona en la voz de Carlos Vives»El número 9 marcó la vida del Rey Vallenato Alejo Durán
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv
Al primer Rey del Festival de la Leyenda Vallenata Gilberto Alejandro Durán Díaz, siempre lo persiguió el número 9, como buen centro delantero del folclor vallenato. Nació en El Paso, antes departamento del Magdalena, hoy Cesar, el 9 febrero de 1919, pasadas las 9:00 de la mañana.
El 9 es su carta de presentación. Su nombre Alejandro, tiene 9 letras, y entre sus apellidos Durán Díaz, también hay 9 letras. De igual manera, los nombres y apellidos de su señora madre Juana Díaz, y de su partera María Daza, cuentan con nueve letras.
Cuando se coronó como Primer Rey Vallenato contaba con 49 años, y el 29 de abril de 1968 recibió de manos de Consuelo Araujonoguera ‘La Cacica’, el premio de cinco mil pesos, cuyo cheque tenía el número 297520 del Banco de Colombia.
Una de sus canciones más célebres tiene el nombre de 039, la placa de aquel carro famoso que se llevó a Irene, esa morena que lo dejó llorando. Además, tuvo 25 hijos con 19 mujeres.
En su honor se instaló en Valledupar en el año 1991, el monumento al ‘Pedazo de acordeón’, obra abstraccionista del escultor bogotano Gabriel Beltrán, cuya glorieta está ubicada en la carrera novena con calle 19.
El Festival Pedazo de Acordeón de El Paso, Cesar, nació por iniciativa de Cesar Serna Mieles, Eustorgio Flórez Mojica y Miguel Antonio Villazón Misat, y su Personería Jurídica es la No. 001144 del 31 de marzo de 1989.
En medio de la reseña del número 9 en la vida de Alejo Durán, lo único que no se supo fue la cifra exacta de las mujeres que contó en su famoso inventario, la cual convirtió en canción con la finalidad de conseguir a aquella que lo quisiera.
Quedó para la historia la reseña de aquel hombre que con su pedazo de acordeón se abrió camino en el folclor, que con sus anécdotas pintó de alegrías las historias pueblerinas y con sus mujeres adornó su corazón comenzando con Crisanta Bolaño ‘La Quicho’, una morena de su tierra El Paso, que vivía al lado de su casa, hasta el final aterrizar en Planeta Rica, Córdoba, con Gloria Dussan, a quien en sus últimos instantes de vida le dejó el testamento de su alma que enmarcó en la frase: “Goya, te quiero mucho”.
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