JACINTO LEONARDI VEGA GUTIÉRREZ:El «aprendiz de poeta» que se convirtió en un poeta consumado, graduado y con altísimas calificaciones.

«La música es la poesía del aire»: Jean Paul Richter (escritor alemán).

Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado.

Los poetas se caracterizan porque mediante reflexiones y frases tienen la posibilidad de conectarse fácilmente con sus emociones, encontrar y usar las palabras adecuadas para narrar situaciones de encuentros o desencuentros y darnos su punto de vista respecto a lo que desean transmitirle al mundo.
Con sus obras nos van entregando sabiduría a través de una de las formas de expresión más diciente: el verso; es decir, que las frases poéticas son una manera de ver la realidad por medio de la lírica, una perspectiva centrada tanto en las ideas como en los sentimientos.

Por allá a mediados del año 1975 cuando Rafael Orozco, quien se iniciaba profesionalmente como vocalista de la música vallenata con un futuro promisorio, al lado del acordeonista Emilio Oviedo Corrales apodado «El Comandante», al cantar el clásico paseo «Cariñito de Mi Vida» lanza una frase que como llama de fuego se propagó rápidamente y quedó grabada en la mente de miles y miles de seguidores de los ídolos que para ese entonces ya empezaban a alumbrar con luz propia en el firmamento vallenato: «El Cacique de La Junta: Diomedes Díaz».

¿La Junta? ¿Dónde queda ese lugar? Y es entonces cuando algunas personas empezaron a darse cuenta, que se estaba haciendo referencia a un corregimiento del municipio de San Juan del Cesar, en el sur del departamento de La Guajira.

Con el correr del tiempo nos enteramos también que ese paraje desconocido para muchos se estaba convirtiendo en una fuente prolífica de auténticos artistas, tales como: acordeonistas, cantantes, verseadores y compositores que ya empezaban a tener reconocimiento regional por sus talentos.
La Junta, un rinconcito muy querido del Caribe colombiano, por la hospitalidad de sus habitantes, sus exóticos paisajes, sus manifestaciones culturales y sus coloridas artesanías elaboradas con la fibra del fique, cuyo nombre se debe a la unión de los riachuelos San Francisco y Santo Tomás; es decir, se «juntan» en medio del pueblo y entonces de ahí se deriva el nombre de «La Junta», cuna del gran Diomedes Díaz que también tuvo el grato honor de tener entre sus hijos ilustres a un cantautor y musi-poeta de los cantos vallenatos: Jacinto Leonardi Vega Gutiérrez, quien llegó a este mundo terrenal un domingo 17 de marzo de 1963 para llenar de alegría el hogar conformado por Jacinto Agustín Vega Zúñiga, natural de San Juan del Cesar, y María José Gutiérrez, nacida en La Junta, ambos guajiros de pura cepa; infortunadamente a los pocos días de nacido queda huérfano de padre y es su progenitora doña María José la encargada de tomar el rol de padre y madre e inculcarle grandes valores y educación al pequeño Jacinto.

Su infancia transcurrió como la de la mayoría de los niños criados en la provincia, llena de alegría: juegos y travesuras infantiles, contacto directo con la naturaleza, aromas a flores y frutos maduros y el sonido emitido por los animales, lo mismo que ese paisaje hermoso conformado por ese vallecito ameno y virginal surcado por dos riachuelos: el Santo Tomás y el San Francisco, lugar llamado por los junteros con el nombre de «Los dos caños» dejando a ambos lados praderas deslumbrantes, pero sobretodo de música, en razón a que al lado de su morada había una cantina donde era normal escuchar las canciones más sonadas en el momento, como los éxitos de la ranchera mexicana de grandes exponentes de la talla de José Alfredo Jiménez, Antonio Aguilar, Pedro Infante, Javier Solís, música sabanera de Pedro Laza y sus Pelayeros, Los Corraleros de Majagual, y juglares vallenatos que ya tenían un nombre posicionado: Luis Enrique Martínez, Alejandro Durán, Abel Antonio Villa, Pacho Rada, Juancho Polo entre otros.
Este ambiente musical sumado a los viajes entre su terruño y la ciudad de los santos reyes (Valledupar), donde cursaba los estudios medios en el tradicional colegio Loperena, fue donde Jacinto precisamente se nutre con las sabias enseñanzas literarias y descubre que en él existe una vena poética, que convierte en canción con facilidad, letras que acompañaba con bellas melodías hechas con su silbido, para lo que se volvió diestro.

Jacinto Leonardi fue un muchacho tímido; tan es así que cuando comenzó a hilvanar sus primeros versos y melodías, los cantaba en los famosos centros literarios que eran una asignatura en las instituciones educativas, pero poniendo como autor a uno reconocido, la mayoría de las veces a Hernando Marín un referente en la composición y negando que eran suyas. Poco a poco se fue dando a conocer y entra a formar parte de esa generación que tuvo contacto directo, con la esencia más pura y verdadera de la cultura vallenata.

Es él uno de los últimos eslabones poéticos de las letras vallenatas, de esos alumnos aventajados que bebieron de la fuente del padre de la lírica de los cantos vallenatos, el gran maestro Gustavo Gutiérrez Cabello; quien tuvo una prolífica camada de alumnos de primerísimo nivel como Santander Durán, Rosendo Romero, Tomás Darío Gutiérrez, Fernando Meneses, Rafael Manjarrés, Roberto Calderón, Marciano Martínez, Hernando Marín y otros a los que Vega Gutiérrez profesa mucha admiración y respeto.

Un día cualquiera su paisano, amigo, colega y maestro Marciano Martínez Acosta, se le acerca y entabla una conversación con él, por un motivo muy especial y era que se había enterado por terceros de su naciente carrera como compositor y es precisamente quien lo aconseja y recomienda para que le graben su primera canción en el año 1982 en la voz de Andrés Ávila y el acordeón de Eliécer Ochoa, meses después pero ya en el año 1983 esa misma canción titulada «El Soñador» fue grabada por el «Chiqui» Escobar en la voz y el acordeón de Emilio Oviedo Corrales «El Comandante», con la cual ya mostraba su estilo poético y riqueza melódica que son como explosiones del alma.

Haber coincidido en su patria chica con reconocidos artistas como Diomedes Díaz, Marciano Martínez, Martín Maestre, Pablo Ariza, además de la amistad desde niño con el segundo Rey de Reyes Gonzalo Arturo «El Cocha» Molina, asimismo las circunstancias de tiempo y lugar desde su infancia y adolescencia perteneciendo a esa generación en la que el acordeón y la guitarra entraron a formar parte integral de su vida teniendo el privilegio de conocer los personajes más representativos del folclor vallenato: Rafael Escalona, Leandro Díaz, Carlos Huertas, Emiliano Zuleta Baquero, Alejandro Durán, Luis Enrique Martinez, Calixto Ochoa entre otros, teniendo la fortuna de haberlos visto a casi todos en el jolgorio de un alegre festival o en un patio en una parranda de la provincia, linda experiencia que es como un divertimento cultural hechos estos que lo condujeron a afirmar con certeza que «él pertenece a la última generación que tuvo la oportunidad de beber de ese manantial cristalino de la época dorada de la música vallenata», quienes fueron los encargados de abrir y diseñar su trocha musical. Sucesos que marcaron para siempre su vida artística y formación personal.

A lo largo de su existencia, ha sido un férreo purista de sus letras, siempre ajustadas a sus vivencias, cuidando cada detalle, donde no hay lugar para la ficción, las palabras plasmadas en sus letras tienen efectos increíbles que llegan con facilidad a los que la escuchan, muchas veces la poesía puede tener unos caminos oscuros, pero existen seres como «El Aprendiz de Poeta», como él se autodenomina, que son tan apasionados y pueden recorrerlos con paso firme y una luz resplandeciente, siguiendo al pie de letra la forma de componer de sus maestros antecesores, es decir; manejando un lenguaje sutil, exquisito y de altura o aquello que yo he denominado como la palabra bien dicha o la más apropiada en los cantos vallenatos.

Es un hombre que tiene una sensibilidad poética a flor de piel, un «aprendiz de poeta» que se convirtió en un poeta consumado, graduado con altísimas calificaciones, un ser de palabras cortas y precisas que necesitó de la música para expresar su sentir.
Este economista de la Universidad Piloto de Bogotá, pero que tiene por dentro un corazón de poeta ejerce su profesión, pero la alterna con sus presentaciones a lo largo y ancho del país y en el exterior, donde los compositores como él se han ganado un espacio musical cantando y contando sus propias historias plasmadas en cada una de sus obras.

Su forma interpretativa siempre deja entrever un marcado estilo poético, soñador, filosófico, lírico, el cual adorna con figuras literarias principalmente metáforas, donde mezcla de forma muy hábil, la belleza femenina, con las flores y el ambiente natural en general; es un intérprete que vive, siente, transmite, seduce y enamora con sus canciones.

En la mayoría de sus cantos es recurrente el amor imposible y el amor ausente, algo que evidentemente marcó al poeta para siempre y a su bella obra musical, el pasado y la desilusión son dos elementos reiterativos en su poesía; es como si sufriera un presente lleno de vicisitudes y para sopesar esa pena se refugia en el pasado, en busca de un amor idealizado que lo nutre y lo revive, algo que ha sido motivo de sobra para que su magistral obra poético-musical haya sido grabada por los más grandes exponentes del canto vallenato, voces como: Diomedes Díaz, Poncho Zuleta, Jorge Oñate, Beto Zabaleta, Iván Villazón, Farid Ortiz, Silvio Brito, Miguel Herrera, Jairo Serrano, Ivo Díaz, Armando Mendoza han sido portadores del mensaje contundente que encierran sus canciones.

De lo que si podemos estar seguro es que las letras del maestro Jacinto Leonardi Vega Gutiérrez seguirán estando cargadas de un mensaje poético profundo, simplemente porque él no se ha dejado influenciar, ni contaminar por las nuevas propuestas musicales que distan mucho de la esencia pura del folclor vallenato y así lo demostró en sus tres recientes obras llevadas a la grabación en el año 2022: ‘La noche del cantante’ grabada por la agrupación «El Dúo Sensacional» de Los Hermanos Carlos y Guido Malo; ‘Alas de Ángel’, grabada por Juancho de La Espriella y su agrupación «Los de Juancho» y ‘El Cardenal’, grabada por Ivo Díaz y el Rey de Reyes Almes Granados.

A lo largo de su trayectoria musical ha dejado una estela de obras musicales que se convirtieron en clásicos de la música vallenata, canciones como: ‘Cuando me voy’, ‘No se que tienes tu’, ‘Que será de mi’, ‘Cambia el nido’, ‘ Vivo enamorado’, ‘Asi he quedado yo’, ‘Si yo fuera poeta’, ‘La novia del poeta’, ‘Una canción eterna’, ‘Dos estrellitas y tu’, ‘Flores de abril’, ‘ Detrás del mar’, ‘ Sobre las nubes’, ‘ La Única’, ‘Morir cantando’, ‘Mil años después’, entre muchas más que han adornado el cancionero vallenato.
Las inspiraciones del «Aprendiz de Poeta», convertido en un poeta consumado, nos muestran que a través del verso y la lírica, algo que domina a la perfección y lo musicaliza con melodías y armonías que tientan el alma y desnudan el espíritu, es posible acceder a una manera única de interpretar la realidad.

María Mora «Amo el Vallenato Clásico»- Biografía Musical

Es hermoso poder expresar a través de la interpretación de una canción todo el sentimiento, aún siendo un género diferente al propio de la región dónde has nacido, conozcamos la historia de María Mora Carrillo, cantante de vallenato nacida en el interior de Colombia.

María Mora Carrillo, nació en Quetame, Cundinamarca  un 7 de diciembre de 1981, sus padres son campesinos: Leovigildo Mora Romero y Aura Stella Carrillo Clavijo, muy orgullosa de sus raíces  desde niña María se sintió inclinada por la música le gustaba cantar rancheras y música tropical en el colegio rural donde cursaba primaria siendo estimulada por su maestra Luz Marina Saavedra quien también le dio mucho ánimo para seguir cantando.

María Mora viene de una familia donde hay talento musical siendo intérpretes de la música llanera ademas tocan guitarra y otros instrumentos, entre sus más lindos recuerdos está su abuelo paterno quién tocaba el tiple y la bandola , a lo cual se suma también el interés de María de aprender a tocar acordeón para lo cual recibe clases en la actualidad teniendo un excelente profesor como lo es el maestro Beto Jamaica Rey Vallenato 2006.

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Mirley Rodríguez «La Voz»- Biografía Artística

Mirley Rodriguez palacios, nace el 30 de julio 1982 en Acandí, ubicado en el extremo norte del departamento del Chocó al noroccidente de Colombia a orillas del mar caribe.
Mirley además de su gran talento para cantar tambien es una mujer profesional, egresada del SENA como técnologa en contabilidad y finanzas. Sus inicios en la música a nivel profesional fueron a los 9 años cuando tuvo la gran oportunidad de cantar junto al maestro Calixto Ochoa en unas fiestas patronales de su pueblo, en la primaria y secundaria cantaba en casi todos los eventos que se realizaban, tambien formó parte del grupo vallenato del municipio, llevando en alto su gran talento con la participación en varios concursos, entre ellos «Cantando por el Litoral» en el municipio de Turbo, Antioquia, ocupando el 5 to lugar entre los 10 mejores. En Quibdó también participó en el Primerfestival de canto y composición Neivo de J Moreno Becerra ocupando el 2 segundo lugar, esta vez con jurados más influyentes en la música como Goyo , durante 1 año canto en una agrupación vallenata en Pereira siendo la Reina entre los hombres.

Tiempo después regresa a su tierra natal Acandí, donde cantaba también con el grupo local del municipio, pero lamentablemente en los pueblos es muy poco el apoyo que nos brindan a los artistas locale. Después de un tiempo de no ver resultados en el municipio porque allá solo viven de la música los artistas de otras partes, los que llevan a amenizar fiestas como el Festival de la Cigua que se realiza todos los años en CAPURGANÁ, las fiestas patronales de la Virgen del Carmen y otras pero para los locales no esa oportunidad sintiendose un poco decepcionada se retiró mucho tiempo de la música.

Su primera canción grabada a nivel profesional fue «Llegó el Amor» de la autoria de Jaider Enrique Mosquera, canción que tuvo muy poca promoción por falta de apoyo.

Durante el tiempo de la pandemia su esposo le hizo la recomendación de hacer un video y subirlo en Facebook, al principio sintió temor al rechazo de la gente en las redes, al final la convenció y fue una gran aceptación en las redes, a veces le resulta avanzar en el medio artístico por la falta de recursos, agradecida siempre con Dios por ese don y talento para cantar, a su esposo por su gran apoyo y a todas las personas que la han apoyado en este camino que hemos decidido emprender de la mano de Dios.

Para Mirley Rodríguez han habido muchos acontecimientos importantes que la han enseñado que lo más bonito y más gratificante para un artista es el cariño de la gente. Durante su carrera musical ha sido de gran relevancia haber cantado con el maestro Calixto Ochoa y el que más la marcó fue en Quibdó en presencia de sus padres sintiendo el gran orgullo de estar frente a ellos, cantar y ver al público clamar otra canción, además ganar el segundo lugar donde habían participantes con gran talento en la música.

La canción que me dio a conocer en las redes fue, «Volví a Fallar», cantada por Patricia Teheran, autor Fabian Corrales. Pero sin duda alguna Bendito Diciembre ha sido la canción que le ha abierto puertas dandola a conocer con personas muy especiales y con un gran conocimiento en el género que la han apoyado.

Entre las canciones que ha grabado Mirley Rodríguez a nivel profesional se encuentran las siguientes:

*Homenaje al maestro Adolfo Pacheco «El Pintor», No te importó mentir del maestro Marciano Martínez,*Cover Volver a la Ternura- Autor Ivan Ovalle, entre otras que pueden encontrar en su canal de Youtube.
Su más reciente trabajo discográfico, «Enamorada de la autoría de Hernán Restrepo y «Llegó el Amor» del compositor Jaider Enrique Mosquera.

Redes Sociales de Mirley Rodríguez

Facebook: Mirley Rodriguez
Instagram: mirleyrodriguezoficial
You tube: Mirley Rodriguez la voz
Tiktok: mirley_rodriguez05

Shadia evoca con alegría el sentimiento de un ‘Jilguero’ que se marchó a cantar en la eternidad

Un recuerdo que no huye del corazón, que no se esconde en el alma, sino que permanece en esos instantes que tienen el poder de perpetuarse en el tiempo. Un regalo del abuelo a su primera nieta

Por Juan Rincón Vanegas

@juanrinconv

Una madrugada después de una presentación musical, el cantante Jorge Oñate llegó a su casa y su cuerpo entró en el natural descanso. Estando en esas, tuvo un sueño que lo hizo despertar. Su mente estaba en línea directa con su corazón trasmitiéndole unos versos y una melodía para dedicarla a un ser que alegraba su vida, su nieta, la que cariñosamente lo llamaba “Papa”.

Porque Shadia está muy grande

es que Shadia se creció,

ella es el amor de papá

que me la bendiga Dios.

Un verso sencillo que expresaba el más ferviente cariño del abuelo de corazón noble y quien sabía señalar el horizonte con amor y confianza. Shadia Oñate Villafañe, la hija de Jorge Luis y Kelly, le prodigó a su abuelo aquel amanecer feliz, y desde ese momento comenzó a armar el rompecabezas de versos, para que tuviera la contundencia necesaria, el sentimiento más grande y la melodía exacta para adaptarla al acordeón.

Jorge Oñate no hizo mucho esfuerzo porque días después lo dijo: “Shadia, es mi primera nieta. Ella es de mi alma y todos saben la adoración que le tengo. A Shadia, la quiero, como también a mis otros nietos, Madena y Jorge Samuel. Prácticamente, a Shadia la criamos Nancy y yo, por eso la adoración es muy grande y ella se comprende mucho con nosotros”. Con estas palabras de amor a sus nietos, la tarea fue fácil porque el corazón mandaba señales de alegría.

Quisiera ser como Escalona

pa’ hacerte una casa en el aire,

que no te visite nadie

solamente mi persona.

La canción tomó forma y Jorge Oñate iba pensando. “Rafael Escalona, le hizo su canción a Adaluz; Calixto Ochoa, al retoñito; Hernando Marín, a sus muchachitas; Diomedes Díaz, a su muchacho y, otros compositores más le hicieron a sus hijos. Yo también le he cantado a mis hijos: Delfina Inés, Jorge Daniel y Jorge Luis, entonces era preciso hacerlo con mi primera nieta en representación de todos”.

Se me ha ido Delfina Inés,

pero, me ha quedado Shadia,

y también Jorge Samuel

y Madena, son mi alma.

La inspiración lo acompañó y, poco a poco fue armando los versos que le dieran la fórmula precisa para homenajear a su nieta. Esa niña inquieta que adelantaba en aquel entonces el grado de preescolar y que en sus ratos libres también cantaba, queriendo emular a su abuelo.

Me lleno de sentimiento

cada día la veo más grande,

ya me estoy poniendo viejo

no tengo cuando olvidarte.

Cuando la canción había tomado forma, Jorge se la hizo conocer a su esposa Nancy y a sus hijos. Aquella vez, anotó: “Para mi familia fue algo de mucha alegría y sentimiento. Después la estrené en una presentación en Sahagún, Córdoba”.

El hombre que partió en dos la historia de la música vallenata y las canciones que interpretó suenan por todas partes, bajó su cabeza y como premio dejó correr por sus mejillas unas lágrimas. Esas lágrimas fueron la muestra del más fiel sentimiento que hizo posible que desde su garganta brotaran los más elocuentes versos, dedicados a un ser que Dios trajo al mundo para alegría de todos y que se había convertido en una noticia cantada.

…Y Shadia la escuchó

La nieta a quien le habían dedicado el canto estaba inocente. No sabía nada, hasta que su abuelo la llamó y se lo hizo escuchar. Ella, quien se sabía algunos de los cantos interpretados por su abuelo, no dudó en ponerse feliz y de inmediato le entregó el mejor regalo: un abrazo, un beso y una sonrisa que valen más que mil palabras.

Desde aquel momento, Shadia hizo suya la inspiración de su abuelo. De todas formas, era para ella y en voz alta repetía y repetía: “Porque Shadia está muy grande, es que Shadia se creció, ella es el amor de papa, que me la bendiga Dios”.

Cuando Jorge Oñate quiso contar esta historia, las palabras se le escondieron en la garganta y solamente después de pensarlo, comentó. “Shadia se la sabe, ya la canta. En sus ojos noto la alegría. No hay palabras para explicar su felicidad. Es el homenaje a mis nietos, que como digo, son mi continuidad. La canción queda como una proclama del amor inmenso que primero los padres tenemos para los hijos, y después, se prolonga con los nietos y bisnietos”.

En algún momento, Shadia se presentó, y sin pensarlo, Jorge su abuelo improvisó un nuevo verso que logró el aplauso de su nieta, quien prometió aprendérselo rápidamente.

Porque Shadia es mi nieta

porque Shadia está muy linda,

que Dios la tenga presente

y triunfe siempre en la vida.

De ese encuentro entre el abuelo y su nieta, sucedido hace 12 años, no hay letras en el abecedario para describirlo. Solamente quedó en el aire la frase de Shadia: “Gracias, papa”.

El recuerdo del cronista sobre aquella historia es como palpar de cerca la realidad de la vida en medio del inevitable silencio del adiós, y donde algunas lágrimas son la muestra de esos instantes que quedan calcados para siempre.

Al final, Shadia dijo que se acordaba de todo, y que la imagen de su “papa” Jorge Oñate está prendida en su corazón, donde lo cubre el más grande sentimiento, ese que canta hasta en ese infinito donde hace dos años voló ‘El Jilguero’.

JORGE OÑATE: EL CANTANTE INMARCESIBLE DE LA MÚSICA VALLENATA.

» Nuestra voz es la música que hace el viento al atravesar nuestro cuerpo»: Daniel Pennac (escritor y docente francés).

Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado

«Un cantante es un artista que produce melodías con su voz, normalmente utilizando palabras que pueden rimar, o también acompañado de música instrumental «.

El compositor y cantante de jazz estadounidense Roy Ayers dijo alguna vez «la verdadera belleza de la música es que conecta a la gente, lleva un mensaje y nosotros los músicos somos los mensajeros».
La anterior definición y concepto se aplica perfectamente a uno de los cantantes más representativos y trascendentales de la música vallenata.

Les hablo de Jorge Antonio Oñate González, quien le abrió los ojos a este mundo terrenal un jueves 31 de marzo de 1949 en La Paz (Cesar), uno de esos pueblos bellos, apacibles, tranquilos, de gente humilde y trabajadora, que transpiran música y alegría por cada poro de su cuerpo. Hijo de Delfina Oñate oriunda de esta tierra y Daniel González oriundo del interior del país.

En ese ambiente tranquilo y musical se fue desarrollando este pequeño niño, que como todos los de su edad se dedicaban a los juegos infantiles y travesuras que son características de los moradores de la provincia. El pequeño Jorge desde muy temprana edad sintió el llamado celestial de la música, asunto que no fue del agrado de su progenitora, porque este arte en ese tiempo era sinónimo de tragos y parrandas y ella, como toda madre, soñaba verlo con un título profesional.

Fue entonces que su tía Julia Martínez que en contravía de la señora Delfina aupó las dotes artísticas del jóven precoz, que cantaba a escondidas en parrandas y reuniones de amigos.

Otras de las pasiones de Oñate era el fútbol, deporte que practicaba y en el que sobresalía razón por la cual llegó a jugar en las inferiores del equipo Unión Magdalena de «la bahía más linda de América», la ciudad de Santa Marta, pero su otra pasión «ser cantante» hizo que renunciara a su naciente carrera como futbolista; es decir, que el llamado de la música estaba por encima de todo. Su voz estaba predestinada de manera irreversible a alegrar los corazones de la gente, algo que hizo por más de cinco décadas ininterrumpidas.

Fue un mensajero portador de diversión, música, folclor, entretenimiento, con la que muchas generaciones y amantes de esta música se sintieron identificadas. Desde sus inicios sorprendió con la tesitura de su voz: nítida, afinada, firme, potente y melodiosa, algo que causaba alegría y admiración en sus coterráneos, como se tituló uno de sus trabajos discográficos «Nací Para Cantar».

A la edad de 14 años ya era muy solicitado para deleitar con su voz a los pobladores de su terruño y poco a poco fue calando y ganándose un espacio entre los seguidores de la música vallenata y conociendo a maestros y representantes de esta expresión musical como: Rafael Escalona, Leandro Díaz, Emiliano Zuleta Baquero, sus paisanos Miguel y Pablo integrantes de la dinastía «Los López», así como al compositor Emiro Zuleta Calderón, entre muchos más. Motivo por el cual su señora madre Doña Delfina lo llevó a Bogotá y lo inscribió en el colegio de La Universidad Libre para que continuara con sus estudios. Pero como dice el viejo y sabio adagio popular «al que no le gusta el caldo se le dan dos tazas», en la fría capital colombiana tuvo un acercamiento con el Dr. Alonso Fernández Oñate, abogado, compositor y político, además de ser pariente de su madre, quien en el año 1968 le propone grabar un trabajo discográfico con la agrupación «Los Guatapurí» , con el acompañamiento en el acordeón del maestro Emilio Oviedo Corrales, donde curiosamente todas las canciones fueron de la autoría del Dr. Alonso Fernández y así nació el álbum titulado «Festival Vallenato», donde vinieron temas como: ‘Campesina Vallenata’, ‘Lavandera’, ‘María Eugenia’, ‘La Negrita del Ají’, entre otros . Los amantes de la música vallenata comenzaron a conocer y deleitarse con una voz fresca y distinta que partiría en dos la historia de la música de Francisco el Hombre.

Si bien es cierto que antes de la aparición de Jorge Oñate en el panorama artístico, hubo algunas grabaciones donde el cantante se separaba del acordeonista, que por esa época eran los llamados músicos completos (tocaban, componían y cantaban), fue Oñate la voz que más trascendió y abrió la compuerta: marcó la senda de grandes vocalistas del vallenato como: Poncho Zuleta, Rafael Orozco, Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Silvio Brito, Daniel Celedón, Iván Villazón, etc.

Al año siguiente en 1969 graba un nuevo trabajo discográfico titulado «Conmigo Es El Baile» al lado del músico natural de San Juan Nepomuceno (Bolívar) Nelson Díaz en formato de música tropical, de esta manera comenzó a correr el rumor que había nacido una voz con un timbre distinto a las que hasta ese momento se habían escuchado en el género musical vallenato.

Luego de aquel difícil debut Jorge Oñate se unió a la agrupación de Los Hermanos López, sus paisanos pacíficos «naturales de La Paz», con quienes escribió algunas de las páginas más recordadas de la historia de la música vallenata, que en ese momento tuvo un cambio significativo, ya que le imprimieron un toque de modernidad por así llamarlo, pero manteniendo su esencia original y provinciana.

Junto a Miguel y Pablo López Gutiérrez retoman un formato que había sido instaurado por el tres veces rey vallenato Alfredo de Jesús Gutiérrez Vital, con guacharaca, caja, cencerro, tumbadora, bajo, guitarra, acordeón y acompañamientos de primera y segunda voz, algo que le dio mucho realce a los coristas e innovaron en el canto, amalgamando la influencia que venía del bolero, la balada y la ranchera, mezclándolos magistralmente con el estilo de vallenato, puro y auténtico del maestro Luis Enrique Martinez Argote conocido musicalmente como «El Pollo Vallenato», considerado como el creador de la escuela más grande en la ejecución del acordeón vallenato.

Podríamos decir que fue la agrupación de Los Hermanos López la encargada de abrirle un campo muy importante a un cantante, que a la postre terminó convirtiéndose en la voz líder y figura representativa de la música vallenata, una idea de evolución sana y atractiva para el folclor.

La primera producción musical al lado de Los Hermanos López se convertiría en una mancomunada fábrica de éxitos que llevó por título «Lo Último En Vallenato», publicado por la disquera CBS en el año 1970; a este trabajo discográfico le siguieron «Diosa Divina», 1971; «El Jardincito», 1972 y seis más para un total de nueve publicados entre 1970 y 1975, dejando una estela de éxitos que se convirtieron en verdaderos clásicos de la música vallenata.

Los reconocimientos y calificativos por tan exitosa carrera musical no se hicieron esperar y es cuando es apodado como «Ruiseñor del Cesar» y «El Jilguero de América», los responsables de estos bautizos son el periodista y escritor cordobés Juan Gossain y el locutor y animador cesarense Jaime Pérez Parodi.
El canto de estas dos aves canoras el Ruiseñor y el Jilguero se caracterizan por tener un gorgeo agudo y prolongado, con cambios de tonos, alegres, melodiosos, sonoros y potentes que resultan agradables para el oído, algo que percibimos cuando escuchamos al cantor de La Paz, a quien le quedaron bien puestos los mencionados apodos .

Luego de ese paso fructífero musical al lado de Los López se une con Emiliano Alcides Zuleta Díaz, miembro de otra dinastía que ha marcado con letras indelebles la historia de nuestra música vallenata, con quien grabó un solo álbum titulado «La Parranda y La Mujer» donde se desprendieron éxitos que quedaron para la posteridad. Este trabajo discográfico fue predecesor del álbum «Los Dos Amigos»junto al gran Nicolás Elías «Colacho» Mendoza Daza con el que grabó cuatro álbumes clásicos y como era costumbre en el Jilguero fueron exitosos y se quedaron para siempre en la memoria de sus seguidores. La racha de éxitos y trabajos discográficos del Ruiseñor del Cesar aumentó y se le unieron nuevas figuras en la ejecución del acordeón; tales como, Raúl «Chiche» Martínez y Juan Humberto Rois Zúñiga, jóvenes que alimentaron más su trayectoria con nuevos arreglos melódicos, notas más briosas y finas, producto de sus juventudes, que sirvieron como un bálsamo y una reinvención en Jorge que lo llevaron a consolidarse como el cantante inmarcesible de la música vallenata y para todas las generaciones día tras día. De esa fructífera simbiosis quedaron discos muy recordados, por su altísima factura literaria y compases melódicos, algo en lo que Oñate demostró su sapiencia: la visión que tuvo en seleccionar las canciones para sus discos, asesorado y rodeado siempre de los mejores compositores en distintos estilos, pero fiel a su peculiaridad, siempre ceñido a los cánones del vallenato añejo.

Su sólida y ascendente carrera artística continúa con Álvaro López Carrillo, hijo de Miguel y digno representante de su dinastía con quien también cosechó éxitos que sus seguidores guardan en su memorias y corazones.
También hizo pareja musical con Gonzalo Arturo «Cocha» Molina, Julián Rojas Teherán, Cristian Camilo Peña, Fernando Rangel, etc.
El Ruiseñor del Cesar hasta la fecha ha sido el cantante que más ha grabado con Reyes Vallenatos, incluyendo tres de los cinco Reyes de Reyes que hay hasta el momento.
Siempre se consideró un aprendiz de los juglares, a quienes les profesó un inmenso cariño, admiración y respeto, un cantante que siempre fue fiel a su estilo en todo ese trasegar que tuvo por más de cinco décadas, fue un hombre muy sencillo en el escenario, siempre se rehusó a usar demasiado espectáculo visual y prefería que su voz y la música hicieran el efecto.

Galardonado con muchos premios y reconocimientos en su larga trayectoria musical: 25 discos de Oro, 7 de Platino, 6 dobles de Platino, varios Congos de Oro en el carnaval de Barranquilla, además de un premio Grammy a la excelencia musical, entre muchos reconocimientos más.
Jorge Oñate como lo dijo el maestro Roberto Calderón Cujia en su canción «Patrimonio Cultural» que le dio título al último trabajo discográfico del Jilguero de América al lado de Álvaro López Carrillo, citando la frase de Julio César, el militar y político de la antigua Roma después de ganar una de sus batallas » VENI, VIDI, VICI» nos recuerda que el cantante inmarcesible » VINO, VIO y VENCIÓ» y que la música vallenata encontró en él, una de las mejores voces que con su canto dio a conocer las historias cotidianas e inspiraciones narrativas, costumbristas, poéticas y filosóficas que han sido recibidas con beneplácito de esta expresión musical, folclórica y cultural .
El domingo 28 de febrero del año 2021 la voz de Jorge Antonio Oñate González se apagó, pero su eco sonoro perdurará eternamente en los amantes de la música vallenata.