José Barros navega en La Piragua del recuerdo

El 12 de mayo del 2007, por todos los rincones de El Banco (Magdalena), y los pueblos vecinos, no dejaron de sonar durante muchas horas las canciones del maestro José Benito Barros Palomino, como homenaje al baluarte del folclor colombiano, a quien le alcanzó la vida para disfrutar el triunfo y recibir importantes homenajes.

Su figura era tan importante, respetada e incluso venerada que todos guardaron luto y coincidieron en señalar que había partido la máxima gloria del folclor colombiano, el hombre que compuso canciones en todos los ritmos y que nunca desentonó.

Tuvo larga vida. Murió a los 92 años. Y fue una vida llena de éxitos, que se consolidaron con el Festival de la Cumbia creado en su honor. En aquella ocasión las voces, aunque roncas, no dejaron de entonar conocidas melodías que él muchos años atrás había sacado de lo más profundo de su inspiración.

¿Y cómo olvidar las palabras de Monseñor Jaime Enrique Duque Correa, cuando habló de los dones que Dios le otorga a cada ser humano? «El maestro José Barros fue un genio de la música y vocero de todo un pueblo con sus canciones. En cualquier oportunidad todos nos sentimos interpretados en sus cantos. Él, con su corazón noble y bueno fue fiel intérprete de nuestros sentimientos y por eso su consagración dentro del folclor colombiano».

La inmortalidad

La inmortalidad del maestro José Barros se escenifica a través de su obra. Para corroborar lo anterior contaba Juan Gossaín que una señora española le pidió a Gabriel García Márquez que le autografiara un ejemplar de ‘Cien años de soledad’, no sin antes decirle que lo admiraba no por la imaginación, sino por el dominio del lenguaje.

El escritor se detuvo. Le sonrió y le dijo: “En mi tierra un músico popular, refiriéndose a una antigua canoa que viajaba por el río, escribió este verso: “Ya no cruje el maderamen en el agua”. Maderamen, señora. Maderamen. ¿De qué se sorprende usted?

Exactamente, es un verso de la célebre canción ‘La Piragua’ que era propiedad del comerciante Guillermo Cubillos, esa misma que se paseaba de El Banco, viejo puerto a las playas de amor de Chimichagua donde se quedó para siempre.

El día de su partida se recordó que le tocó ser un caminante por diversos senderos del mundo donde trabajó, cantó y demostró que los pesares también se cantan, así lleguen muchas navidades negras y el pescador se niegue a ir a su faena diaria porque es fuerte el rumor a cumbia y a aguardiente.

También su familia se comprometió a enarbolar las banderas de sus cantos y del Festival de la Cumbia para que nunca mueran.

La tarde de su sepelio cayó llena de tristeza en medio de un sofocante calor y en ese momento se conoció la frase que dejó reseñada en una libreta: «Yo, el maestro José Barros, voy navegando por los mares de la muerte… en una Piragua”.

Y los abuelos nos seguirán contando por los siglos de los siglos que por el río Cesar y la ciénaga de Zapatosa navegaba una piragua, de 15 metros de largo, tres de ancho, y dos metros de altura que le construyó Lorenzo Simanca Epalza a Guillermo Cubillos, el hombre que aparece con nombre propio en ese célebre canto cuya acción musical le sigue dando la vuelta al mundo a través de una morena cumbianbera que mueve sin descanso su cadera.

Vida musical

El maestro Barros, nació el 21 de marzo de 1915 y era el menor de cinco hijos del matrimonio de Joao María Barros Traveceido, un comerciante portugués, y Eustasia Palomino. En su extensa producción musical, que se calcula en un millar de obras, compuso cumbias, paseos, porros, pasillos, boleros, tangos, currulaos, puyas, rancheras, merengues y canciones infantiles.

Entre sus más importantes canciones se cuentan ‘La Piragua’, ‘Navidad negra’, ‘El pescador’, ‘Violencia’, ‘El viajero’, ‘Las pilanderas’, ‘La llorona loca’, ‘Arbolito de Navidad’, ‘El gallo tuerto’, ‘Palmira señorial’, ‘Pesares’, ‘A la orilla del mar’, ‘El vaquero’, ‘El minero’ y ‘Momposina’, entre otras.

La entrevista

Corría el mes de junio de 1983 cuando le hice la primera entrevista al maestro José Barros, en su casa de El Banco, pero antes un amigo que lo conocía, le dijo que venía de El Espectador, y como él era gran amigo de Guillermo Cano, todo se facilitó. Habló de todo un poco y especialmente de sus canciones haciendo énfasis en ‘La Piragua’, su éxito más trascendental que tiene más de 15 versiones.

El asunto era que la crónica sería publicada en el periódico Zigzag de Chimichagua, pero para no quedar mal se mandó a Bogotá con fotos incluidas, y a los pocos días la publicó El Espectador.

El maestro Barros estaba feliz y de esa manera ingresé a ser colaborador de El Espectador, y me gané la amistad del autor de esa bella obra que dio a conocer a las playas de amor de mi querida tierra.

Después de 16 años de su partida de la vida lo mejor es recordarlo sentado a las seis de la tarde a la orilla del viejo puerto, mientras el sol se hunde en el agua y van brotando en el cielo los primeros luceros de la noche, y él al ver pasar un pescador canta con emoción sublime:

En la playa blanca

de arena caliente

hay rumor de cumbia

y olor a aguardiente.

En toda la ranchería

se ven bonitos altares,

entre millos y tambores

interpretan sus cantares.

El pescador de mi tierra,

el pescador de mi tierra.

Juan Rincón Vanegas

@juanrinconv

TERTULIA VALLENATA: un grupo de WhatsApp que lucha por la preservación de la música vallenata.

«Mis influencias, sobre todo en Colombia, son extraliterarias. Creo que más que cualquier otro libro, lo que más me abrió los ojos fue la música, los cantos vallenatos. Te estoy hablando de hace muchos años, cuando el vallenato apenas era conocido en un rincón del Magdalena. Me llamaba la atención la forma como ellos contaban, como se relataba un hecho, una historia, con mucha naturalidad. Esos vallenatos narraban como mi abuela.»

«Entrevista a Gabriel García Márquez. El viaje a la semilla».
El Manifiesto, septiembre y octubre de 1977.

Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado

No cabe ninguna duda de que el primer paso para marcar una diferencia y ver resultados que tengan un impacto significativo es trabajar en grupo. Pero no siempre es fácil alinear a todos los integrantes de un equipo, en particular si viven en lugares distintos.
Direccionar (en el mejor sentido de las palabras) un grupo de personas en pro del rescate y la preservación de algo intangible como son las expresiones musicales de una región no es una tarea para nada fácil. De hecho para llevarlo a cabo se necesita contar con un líder dedicado y apasionado por el tema, que motive e incentive a los demás, particularmente durante los momentos más difíciles.
Uno de esos líderes invisibles, pero invencibles que trabajan con ahínco por preservar la música vallenata es el jóven sabanero Éder Miguel Jiménez Arrieta, nacido exactamente en La Unión (Sucre) y radicado en su capital, «La Perla de La Sabana, la ciudad de Sincelejo, quien el día 17 de mayo del año 2020 creó un grupo de WhatsApp al que bautizó con el nombre de » TERTULIA VALLENATA», esto con el fin de poner un granito de arena en la edificación de esta torre inmensa que se llama «música vallenata».

Este maravilloso grupo al cual tengo el grato placer de pertenecer, más que un grupo nos hemos convertido en una familia, donde cada día son más estrechos los lazos de hermandad, donde muy seguido debatimos y damos distintos puntos de vista en todo lo relacionado con el folclor vallenato, bajo el marco del respeto por los conceptos y opiniones de cada quien; es decir, somos una «Cofradía», personas que estamos unidas por los mismos gustos e intereses en pro de rescatar, salvaguardar, resaltar y dar a conocer todo lo relacionado, con esta expresión musical, cultural y folclórica .

En el grupo «Tertulia Vallenata» tenemos claro el concepto de que la música vallenata es un patrimonio cultural intangible que no podemos palpar con nuestras manos, porque no es un material, pero sí podemos tocarlo con el corazón y hacer una férrea defensa de ella, que es lo que pretende Éder Jiménez y su grupo de colaboradores, quienes no escatiman esfuerzos en esa titánica y loable labor y aunque muchas veces alguno de los integrantes por x o y razón nos sentimos tristes o alejados del grupo no falta la mano amiga que nos impulsa, simplemente porque una dosis extra de motivación siempre es bienvenida y para la mayoría de nosotros un consejo o una frase, puede suponer un gran empujón, para conseguir una nueva perspectiva de nuestra labor y vida cotidiana y por qué no, animarnos a seguir debatiendo y aportando más sobre este tema que tanto amamos y con el que nos identificamos plenamente.

Este maravilloso grupo que como su nombre lo indica «Tertulia Vallenata», es una reunión de personas que habitualmente nos juntamos a través del chat para conversar, debatir o discutir de los pormenores que suceden en la música vallenata, es un espacio que se ha convertido como en un oasis cristalino que mitiga nuestra sed en este desierto en que nos encontramos por la falta de buenas agrupaciones en la actualidad. Aquí le damos rienda suelta a nuestro gusto musical, alejándonos por unos minutos de la ajetreada vida laboral en la que vivimos. Este grupo en donde encontramos: compositores, cantantes, acordeonistas, cajeros, guacharaqueros, guitarristas, investigadores, folcloristas, coleccionistas, escritores, poetas; personas de distintos oficios y profesiones, pero con un gusto muy similar, amantes de la música de » » Francisco el Hombre», es como una válvula de escape que nos ayuda a combatir el estrés, muchas veces nos cambia la percepción de algunos pensamientos que teníamos, aportando una sensación de libertad y de interacción social.

En este tercer aniversario del grupo «Tertulia Vallenata» solo me resta felicitar a su creador Eder Jiménez y a todos los integrantes de este maravilloso espacio cultural, musical, folclórico y pedirle al Dios del Universo que nos mantenga unidos por siempre!.

Rosalbina, amor a primera vista con Luis Enrique Martínez, ‘El Pollo Vallenato’

Crónica.

-La esposa del Rey Vallenato considerado ‘El papá de los acordeoneros’, se llevó una cantidad de historias del hombre que le dedicó canciones y le regaló mucho amor-

Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv

La vida de Rosalbina Serrano de Oro, quien nació el 8 de enero de 1926 en Nervití, Bolívar, y su vida se apagó a  los 94 años, el primero de julio de 2020 en Santa Marta, después de estar viviendo los últimos años al lado de uno de sus nietos, y evocando aquellos episodios donde aparecía como protagonista de la música vallenata.

Todo comenzó en el año 1947 cuando en una fiesta en El Copey, Cesar, ella se dio las manos con el acordeonero Luis Enrique Martínez Argote, y fue amor a primavera vista. Al poco tiempo armaron viaje y se fueron de luna de miel.

Todo no fue color de rosas porque ella era menor de edad y él fue aprehendido y llevado a la cárcel del pueblo. Como el amor florecía y las alegrías del corazón estaban cerca, de común acuerdo decidieron casarse por la iglesia. El acto religioso sin mucha bulla se llevó a cabo en el cercano corregimiento de Caracolí, Cesar.

Desde ese tiempo comenzaron esos días gloriosos de la vida donde los encantos del amor eran azúcar para esas almas enamoradas, y en muchas ocasiones tuvieron algunos altibajos por las correrías de Luis Enrique Martínez, pero él siempre regresaba a la casa y encontraba a su mujer tranquila,  así a ella le hubieran contado algunas historias de escapes del sentimiento al fragor de los tragos y las notas del acordeón.

Con el paso de los años fueron llegando los hijos, dos en el hogar, Victoria y Moisés Martínez Serrano, y cinco producto de sus correrías Alberto, Alexis, Ingrid, María Luisa y Gloria.

El nieto querido

Rosalbina vivió los últimos 15 años de su vida al lado de su nieto Franklin Pérez Martínez, hijo de su hija mayor Victoria, en la Diagonal 30A No. 15-41 del barrio San Pedro Alejandrino de Santa Marta. En los últimos días, él la notaba tranquila, pero de un momento a otro el corazón no le resistió más y se le escapó la vida.

Franklin la recuerda paseándose por la casa y contando las historias de su abuelo que nunca la abandonó, así se demorara largo tiempo en las parrandas en distintos pueblos de la geografía costeña.

“Ella, contaba entre risas que mi abuelo salía a esas largas giras y demoraba mucho tiempo, tanto así que no estuvo presente el día del nacimiento de mi tío Moisés, llegando cuando ya estaba aprendiendo a caminar. Claro, siempre mandaba plata y provisiones para mantener la familia”.

También conto que su abuela se sentaba cerca a ese cuadro que está en la sala donde aparecen los dos. Eso le recordaba la celebración de sus bodas de plata en El Copey, hecho que sucedió el 8 de abril de 1972, quedando también como testimonio una canción del compositor Armando Darío Zabaleta Guevara, grababa por Jorge Oñate y los Hermanos López.

En las bodas de plata

de Luis Enrique y Rosalbina,

se hizo una fiesta muy linda

con música vallenata.

Este es un día sagrado

pa’ Luis Enrique, pa’ Rosalbina

tienen que recordarlo

mientras existan en la vida.

“Cuando mi abuela amanecía melancólica recordaba diversas facetas que vivió con mi abuelo, con quien estuvo casada por espacio de 48 años. Ya se puede imaginar lo mucho que decía y hasta de las muchas canciones que le dedicó”, manifiesta Franklin.

En el campo de las canciones se destacaron: ‘La carta’, ‘Mi negra querida’, ‘No sufras morenita’, ‘Los caprichos de Rosa’, ‘Noticias negras’ y ‘Mi negra querida’, entre otras. A ella, a quien Luis Enrique Martínez, ‘El Pollo Vallenato’ llamaba Rosita, le gustaban varias, pero se quedaba con la que le prometía nunca dejarla porque era un amor matrimonial de esos que duran toda la vida.

Así sucedió porque el hijo de Santander Martínez y Natividad Argote, nacido en El Hatico de Fonseca, La Guajira, murió a su lado el 25 de marzo de 1995 cuando contaba con 72 años.

En ese tiempo de trasegar por la vida alcanzó todos los honores, siendo el principal al coronarse como Rey Vallenato en el Sexto Festival de la Leyenda Vallenata, en el año 1973, y dejar una inmensa historia musical que se sigue manteniendo. Además, una serie de canciones clásicas  vallenatas que lo hicieron socio distinguido de Sayco.

Sin derecho al olvido

Rosalbina, la querida Rosita, en esos diálogos cortos y sinceros con su familia, solía decir que Luis Enrique, su amor eterno, le hacía mucha falta. Esa declaración la sostuvo durante 25 años hasta que Dios la llamó a su santo reino, no sin antes cumplirle la promesa dicha por él en uno de sus cantos de no guardarle luto, ni llorarlo, ni llevarle flores a la tumba y menos de echarlo al olvido.

Ella se fue tranquila, sin mucho ruido, pero con la convicción del deber cumplido ante sus hijos, sus nietos y su familia que supo del máximo valor al amor, a las buenas costumbres, a esta tabla de la vida donde Dios marca el destino y tiene la respuesta para todo. En el ambiente quedó plasmada la canción ‘La despedida’ donde se indica que el juramento es una palabra sagrada que lleva el símbolo de esperanza y fe.

Al final el nieto Franklin hace la declaración más elocuente en homenaje a su abuela Rosalbina. “Nos sigue haciendo falta porque era feliz con cada integrante de la familia conformada por mi esposa María Isabel de la Hoz, mis hijos Franklin Enrique, Farud y Luis Alejandro, quienes teníamos el deber de cuidarla, quererla y dichosos de verla hablar de esa larga vida que le regaló Dios”.

La historia de Luis Enrique y Rosalbina, estuvo matizada por cantos vallenatos, por lejanías cercanas al corazón y por  ese amor que nació a primera vista, teniendo el sello del encanto donde un acordeón ponía la nota más alta.

Concursantes de ocho países y 15 departamentos estarán presentes en el 56° Festival de la Leyenda Vallenata

La historia del Festival de la Leyenda Vallenata se sigue escribiendo con letras de oro y el número de concursantes anualmente aumenta no solamente de Colombia, sino de distintos países, debido a la tarea que cumple la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata.En este sentido se tendrán concursantes de países como Venezuela, Ecuador, Panamá, Chile, México, España, Italia y Estados Unidos.También vendrán de departamentos como Cesar, La Guajira, Magdalena, Bolívar, Córdoba, Sucre, Atlántico, Antioquia, Huila, Santander, Norte de Santander, Boyacá, Valle del Cauca, Casanare y Cundinamarca. A estos se le suma Bogotá D.C.Al respecto el presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, Rodolfo Molina Araújo, indicó. “El Festival de la Leyenda Vallenata cada año se fortalece con la inscripción de miles de concursantes que vienen de todas partes a mostrar su talento y también a darle la mayor importancia al folclor. Gracias a todos porque la tarea se está cumpliendo y los resultados son elocuentes”.

Este año el concursante inscrito con mayor edad fue Cristóbal Zuleta Tejedor, natural de Becerril, Cesar, quien cuenta con 90 años. Presentó una canción en aire de son. El menor de edad es Lucas Sebastián Vega Fernández, nacido en Fonseca, La Guajira, quien cuenta con siete años y participará en el concurso de piqueria infantil.En el concurso de acordeón profesional tres hermanos nacidos en Arjona, Bolívar, hacen parte del conjunto. El acordeonero es Ludín Enrique Marrugo Martínez; en la caja, Alejandro Marrugo Martínez y en la guacharaca Juan David Marrugo Martínez. El acordeonero jocosamente indicó que nunca ha tenido que buscar acompañantes porque los tiene en casa.El 24 de febrero la primera inscrita para el 56° Festival de la Leyenda Vallenata en homenaje a Luis Enrique Martínez, ‘El Pollo Vallenato’, fue la acordeonera mayor Maciel Gómez de la Ossa, de La Loma, El Paso, Cesar, y al cierre el cinco de abril, el compositor Wilmer Díaz Contreras, nacido en Villanueva, La Guajira.El primer acordeonero profesional que sin tocar, luego de inscribirse decidió declinar participar en el 56° Festival de la Leyenda Vallenata es Daniel Paternina Garay, natural de Corozal, Sucre, quien se coronó como Rey Aficionado en el año 2021. En su comunicación el acordeonero anotó que por motivos laborales no podrá asistir.El compositor Gregorio Hernando de Castro Serrano, de Girón,

Por Juan Rincón Vanegas

Jefe de prensa de la Fundación Festival de la leyenda

Luis Enrique Martínez desafió la muerte tocando acordeón y cantando en una ‘Pijama e’ palo’

-Una historia colmada de recuerdos de un canto donde se pinta la realidad del ser humano en su ciclo de vida, donde hay que nacer, crecer, reproducirse y morir-

A finales del año 1971 el juglar Luis Enrique Martínez Argote tuvo la osadía de sentarse, tocar su acordeón y cantar dentro de un féretro, algo nunca visto en la historia de la música vallenata.

Todo eso lo hizo por sugerencia de los creativos de la disquera Codiscos para ilustrar la caratula de su segunda producción musical grabada por Gabriel Álzate,  que llevó el título de ‘La pijama e’ palo’, canción de la autoría de Camilo Namén Rapalino.

El hecho sucedió en la ciudad de Medellín y la sesión fotográfica estuvo a cargo de León Ruiz Flórez, quien se tomó su tiempo para hacerlo desde distintos ángulos, para que la diseñadora Olga Walter pudiera lograr su objetivo.

Sobre esa inusitada sesión fotográfica, el corista Joaquín Pablo Cervantes Osorio, más conocido como ‘Jhonny’ Cervantes, contó una curiosa anécdota. “Ya habíamos grabado el disco donde estuve como corista invitado y faltaba la carátula, pero convencer a Luis Enrique para que se montara en ese cajón, tocara su acordeón y cantara, no fue nada fácil. Primero, porque tenía miedo de hacerlo argumentando que eso era como llamar la muerte y segundo, por ser obeso. Entre cuatro personas lograron montarlo y hasta salió asustado en la foto”.

El corista, quien nació el 30 de junio de 1934 en Salamina, Magdalena, no recordó a todas las personas que aparecen en esa carátula, a excepción de Luis Enrique Martínez, Julián Martínez, sobrino del juglar y el guacharaquero Adalberto Mejía, pero sí recordó que todos hacían parte de la agrupación. “Eso hace más de 50 años y a mi edad no es fácil, pero lo que conté es la pura verdad”, expresó.

Para cerrar su comentario, ‘Jhonny’ Cervantes añadió. “Luis Enrique era un genio tocando el acordeón. Nada más era silbarle y cogía la nota al vuelo. Nunca he visto alguno igual, porque jugaba sacándole notas al acordeón. No más es escuchar a muchos acordeoneros en el Festival Vallenato o de otros eventos similares, y verá que priman las notas de Luis Enrique. Eso es excelente”.

La sorpresa de Camilo

El compositor Camilo Namén Rapalino ha tocado muchas veces en sus canciones el tema de la muerte, caso de la obra dedicada a su padre, Felipe Namén Fraija, titulada ‘Mi gran amigo’. “Tan bueno y tan noble como era mi padre, y la muerte infame me lo arrebató”. También en la canción ‘Encuentro con el diablo’, dijo. “Me dicen que el tres de noviembre la radio una noticia dió, y así lo gritaba la gente, un parrandero bueno se murió”.

En esa ocasión direccionó su canción reflexionando directamente con la única realidad de la vida, la muerte, donde una pijama e’ palo es lo único que se lleva a la hora de cerrar los ojos definitivamente.

Ante tantos recuerdos al lado del juglar Luis Enrique Martínez, a quien denominó como el mejor de todos los tiempos del vallenato, porque supo esculcar a fondo el acordeón dejando una gran escuela, manifestó. “La canción ‘La pijama e’ palo’ se la canté en Fundación, Magdalena, exactamente en el hotel Buenos Aires. En esa parranda de una vez me dijo que me la iba a grabar, y así sucedió. Lo que me sorprendió fue verlo en la carátula del disco dentro de esa pijama e’ palo. Pobre hombre que le hicieron esa gracia estando vivo”. Ese disco salió exactamente el viernes 12 de noviembre de 1971.

Continuó con su relato: “Tiempo después nos encontramos, y esa fotografía fue motivo de celebración y comentarios jocosos debido a la manera como él salió en la carátula del disco. La canción llamó la atención a pesar del tema que trata, la muerte, que a nadie le gusta”.

Enseguida, habló en detalle sobre el motivo de la canción: “La hice viendo la manera de ser de algunas personas que humillan, maltratan y son prepotentes. En fin, esa pelea constante del hombre contra el hombre, sabiendo que nuestro destino es una tumba, teniendo que dejar riquezas, familia  y demás. La lección de la canción es que en la vida debemos ser buenos, nobles y honestos. En ese sentido, cité al ganadero y parrandero Nepomuceno ‘Nepo’ Sierra, quien cumplía esos requisitos por su calidad humana”.

La gran parranda

Entre las parrandas memorables de Camilo Namén con Luis Enrique Martínez, está la que se llevó a cabo en Valledupar. “Hace muchos años invité a una parranda en mi casa a Luis Enrique Martínez, Alejo Durán y al compositor José Benito Barros. Allá llegó un rato Consuelo Araujonoguera. Lo que llamó más la atención fue cuando Luis Enrique tocó el acordeón para que José Barros cantara su bella canción ‘La piragua’, la misma de Guillermo Cubillos. Esa fue mucha emoción de ‘La Cacica’, la mamá del Vallenato”.

Entonces fue cuando a Camilo Namén, ese gigante de la composición vallenata, se le notó su lado más humano porque después de recordar ese episodio su rostro se llenó de lágrimas.

El tiempo ha pasado y la canción nunca ha perdido vigencia, porque trata la gran realidad de la vida, esa de la cual nadie se escapa. Así se inspiró el compositor, diciendo. “En la vida tenemos un cajón, una tumba fría y no sabemos dónde, pero hay una mujer escondida que está viendo todo y se llama la muerte”

Aquella vez Luis Enrique Martínez desafió la muerte, pero ella llegó cuando menos la esperaba con sus manos silenciosas y sin preguntar nada. Él se despidió de la vida en Santa Marta la tarde del sábado 25 de marzo de1995.

Teniendo de frente esa escena de tristeza Consuelo Araujonoguera con conocimiento de causa, expresó. “Luis Enrique Martínez, mantendrá su título de “Papá de los acordeoneros”, y seguirá caminando hacía la historia grande del folclor más bello del mundo, llevado en hombros del mismo pueblo alegre que lo acompañó toda su vida”.

Por Juan Rincón Vanegas

@juanrinconv