«Un poema comienza en deleite y termina en sabiduría»: Robert Lee Frost (poeta estadounidense).
Por Ramiro Elías Álvarez Mercado
La poesía es un medio para expresar emociones, pensamientos y experiencias de una manera única y poderosa. A través de la combinación de ritmo, rima, metáfora y simbolismo, los poetas son capaces de transmitir significados profundos y universales que resuenan en el corazón de quienes los escuchan o leen.
Un declamador es un lector, que por lo general posee un criterio amplio y de una sensibilidad exquisita. Amante del arte y dueño de una buena memoria.
La primera tarea de un declamador y poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar. Luego la pronunciación de las palabras calan de manera profunda, porque tienen ese no sé qué, que encanta; es como un mago que hechiza y deslumbra a los demás.
Cuando escuché por primera vez la palabra ‘poenato’ me pregunté, ¿y esto qué será? Luego de escuchar detenidamente y deleitarme con uno, quedé muy emocionado por la voz de quien lo entonaba y el sentimiento que trasmitía con sus palabras, su vocalización, dicción, voz grave y recia me hizo recordar la de esos maravillosos locutores de antaño en la radio colombiana. Entonces se despertó en mí la curiosidad de investigar al personaje que se escondía detrás de esa portentosa voz.
Lo primero que supe es que se trataba de Franklin Villanueva Martínez, nacido un martes 13 de abril del año 1965 en la Clínica Santa Mónica, ubicada en la carrera 43 con calle 72 en la “Puerta de Oro de Colombia”, la ciudad de Barranquilla. Llegó a este mundo en el hogar conformado por la señora Mercedes Martínez Aguirre, oriunda del municipio La Mesa, Cundinamarca, pero radicada en Barranquilla desde muy corta edad: una mujer dedicada a las labores del hogar, y por el señor Efraín Villanueva Luna, barranquillero, vendedor de profesión, amante de la buena lectura y la música, gustos estos que fueron heredados por su hijo Franklin, conocido popularmente por amigos y familiares como «Kili», el menor de cinco hermanos. Franklin creció en el barrio La Victoria de «Curramba», uno de los sectores más salseros de la ciudad, aire musical con el que se levantó, quiere y disfruta, pero también siente gusto por otros tipos de música que aprendió a querer por medio de su progenitor, como: bolero, tango, son cubano, música antillana, música africana y por supuesto aires de la Región Caribe colombiana: cumbia, porro, merecumbé, chandé y lógicamente el vallenato, pero sobre todo ese vallenato lírico-romantico y poético que tuvo su auge en la década de los años setenta, ochenta y noventa, donde empezó a escuchar canciones repletas de poesía de compositores de la talla de Gustavo Enrique Gutiérrez Cabello, José Santander Durán Escalona, Hernando José Marín Lacouture, Fernando Meneses Romero, Rosendo Romero Ospino, Roberto Alfonso Calderón Cujia, Mateo de Jesús Torres Barrera, Marciano Martínez Acosta, Rafael Enrique Manjarrés Mendoza, Edilberto Francisco Daza Gutiérrez entre otros, y ahí entre sus nacientes parrandas y sus primeras conquistas amorosas es donde se comienza a interesar por este tipo de temáticas en las canciones con sus amigos de barrio y estudio.
Cursó su primaria en la Escuela Normal de Varones y la secundaria en el colegio INEM Miguel Antonio Caro de Barranquilla. Luego se traslada a la ciudad de Medellín a iniciar sus estudios universitarios donde realiza dos semestres de Ingeniería Electrónica en la Universidad de Antioquia, carrera que se vio obligado a abandonar por los paros constantes y cese de actividades académicas por parte de ese centro de educación superior.
En esos dos años que estuvo residenciado en la capital de la montaña conoció a un pariente lejano, nada menos y nada más que al maestro Isaac Villanueva Mendoza: compositor, director y productor musical de mucha trayectoria en Colombia y el exterior, sobre todo de música tropical y del Caribe colombiano en general, con quien afianzó aún más su gusto por la música heredada de su querido padre Don Efraín. Luego de dos años en Medellín regresa a su Barranquilla del alma e ingresa a estudiar en la Universidad del Norte donde se graduó como Ingeniero Electricista. Se casa con María Martha Borja Morales, Contadora Pública de profesión de cuyo amor nace su único hijo Frank David.
El «Kili» se considera un melómano empedernido y aunque no interpreta ningún instrumento, vive, siente y trasmite la música como cualquier artista y fue a raíz de esa pasión y amor por la música, cuando en marzo del año 2015 escudriñando en las redes y canales musicales se topó con un paseo vallenato desconocido para él del maestro Hernando Marín titulado ‘Fatalidad’, lo escuchó varias veces y se sorprendió con el contenido poético que encerraba dicha canción; Franklin quedó tan admirado con el mensaje que copió la letra e hizo el ejercicio de leerla varias veces y luego declamarla como un poema sin la melodía, lo hizo tan bien que su hijo y esposa gratamente sorprendidos por la declamación, le sugirieron que la grabara como una poesía y fue de este modo que nacieron los «POENATOS» que es una fusión de las palabras: POEma y valleNATO. Ese experimento de una noche cualquiera se convierte en una latente realidad, algo que los amantes de la música vallenata disfrutamos con mucho regocijo y han sido recibidos con beneplácito por parte de los compositores de los temas entonados en su maravillosa voz, porque Franklin nos permite cristalizar el verdadero mensaje de la poesía vallenata, desencuevando en cada verso y palabra, dándole un exquisito ensamble romántico que nos invita a escucharlo una y otra vez extasiados de un gozo celestial, algo que muchas veces no hacemos porque solo nos dejamos llevar, por las melodías de las canciones dejando de lado el contenido y el mensaje de la misma.
Hoy en día después de crear un canal en YouTube con el nombre de «Poenatos» en el cual ha publicado más de 250, el «Kili» nos muestra magistralmente y de manera pedagógica y según su lema: «el vallenato vuelve a ser poesía», que es un defensor de los contenidos poéticos y la palabra bien dicha en las letras del vallenato. Esto que él está haciendo es un gran aporte a la preservación de nuestra música vallenata, clásica tradicional y vernácula como lo pide la UNESCO.
Villanueva, sigue con esa pasión de declamar esos mensajes profundos que tienen esos cantos de origen provinciano, pero también viene haciéndolo con poemas de su autoría donde se destacan: ‘Amores de todos modos’, ‘Serás, mujer, más mujer’, ‘La bambina, musa intrusa’, ‘Noche, perversa noche’, ‘Estrella lejana’. Asimismo hace con poemas que son parte de la literatura universal de grandísimos poetas como: Héctor Gagliardi, Lorena Fronsky, Magdalena Sánchez Blesa, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Gabriel Escorcia Gravini, Nicola di Bari, entre otros.
En lo personal creo, que para Franklin Villanueva Martínez la música, la poesía, los poemas y la declamación, son una mezcla de emociones, pensamientos, sentimientos y creencias que lo inspiran y llevan a realizar este tipo de vídeos, sin importar si se hacen o no famosos, más bien es como un desahogo espiritual de gran importancia con el que se siente bien y realizado.
Por eso a nombre mío y de los que nos gusta la profundidad de los mensajes en las letras de las canciones vallenata le digo: muchas gracias por su talento, dedicación y por brindarnos alegría con sus ya reconocidos POENATOS que son una marca registrada, únicos e irrepetibles.










