Franklin Villanueva Martínez: la voz de los poenatos; vocablo registrado.

«Un poema comienza en deleite y termina en sabiduría»: Robert Lee Frost (poeta estadounidense).

Por Ramiro Elías Álvarez Mercado

La poesía es un medio para expresar emociones, pensamientos y experiencias de una manera única y poderosa. A través de la combinación de ritmo, rima, metáfora y simbolismo, los poetas son capaces de transmitir significados profundos y universales que resuenan en el corazón de quienes los escuchan o leen.

Un declamador es un lector, que por lo general posee un criterio amplio y de una sensibilidad exquisita. Amante del arte y dueño de una buena memoria.

La primera tarea de un declamador y poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar. Luego la pronunciación de las palabras calan de manera profunda, porque tienen ese no sé qué, que encanta; es como un mago que hechiza y deslumbra a los demás.

Cuando escuché por primera vez la palabra ‘poenato’ me pregunté, ¿y esto qué será? Luego de escuchar detenidamente y deleitarme con uno, quedé muy emocionado por la voz de quien lo entonaba y el sentimiento que trasmitía con sus palabras, su vocalización, dicción, voz grave y recia me hizo recordar la de esos maravillosos locutores de antaño en la radio colombiana. Entonces se despertó en mí la curiosidad de investigar al personaje que se escondía detrás de esa portentosa voz.

Lo primero que supe es que se trataba de Franklin Villanueva Martínez, nacido un martes 13 de abril del año 1965 en la Clínica Santa Mónica, ubicada en la carrera 43 con calle 72 en la “Puerta de Oro de Colombia”, la ciudad de Barranquilla. Llegó a este mundo en el hogar conformado por la señora Mercedes Martínez Aguirre, oriunda del municipio La Mesa, Cundinamarca, pero radicada en Barranquilla desde muy corta edad: una mujer dedicada a las labores del hogar, y por el señor Efraín Villanueva Luna, barranquillero, vendedor de profesión, amante de la buena lectura y la música, gustos estos que fueron heredados por su hijo Franklin, conocido popularmente por amigos y familiares como «Kili», el menor de cinco hermanos. Franklin creció en el barrio La Victoria de «Curramba», uno de los sectores más salseros de la ciudad, aire musical con el que se levantó, quiere y disfruta, pero también siente gusto por otros tipos de música que aprendió a querer por medio de su progenitor, como: bolero, tango, son cubano, música antillana, música africana y por supuesto aires de la Región Caribe colombiana: cumbia, porro, merecumbé, chandé y lógicamente el vallenato, pero sobre todo ese vallenato lírico-romantico y poético que tuvo su auge en la década de los años setenta, ochenta y noventa, donde empezó a escuchar canciones repletas de poesía de compositores de la talla de Gustavo Enrique Gutiérrez Cabello, José Santander Durán Escalona, Hernando José Marín Lacouture, Fernando Meneses Romero, Rosendo Romero Ospino, Roberto Alfonso Calderón Cujia, Mateo de Jesús Torres Barrera, Marciano Martínez Acosta, Rafael Enrique Manjarrés Mendoza, Edilberto Francisco Daza Gutiérrez entre otros, y ahí entre sus nacientes parrandas y sus primeras conquistas amorosas es donde se comienza a interesar por este tipo de temáticas en las canciones con sus amigos de barrio y estudio.
Cursó su primaria en la Escuela Normal de Varones y la secundaria en el colegio INEM Miguel Antonio Caro de Barranquilla. Luego se traslada a la ciudad de Medellín a iniciar sus estudios universitarios donde realiza dos semestres de Ingeniería Electrónica en la Universidad de Antioquia, carrera que se vio obligado a abandonar por los paros constantes y cese de actividades académicas por parte de ese centro de educación superior.

En esos dos años que estuvo residenciado en la capital de la montaña conoció a un pariente lejano, nada menos y nada más que al maestro Isaac Villanueva Mendoza: compositor, director y productor musical de mucha trayectoria en Colombia y el exterior, sobre todo de música tropical y del Caribe colombiano en general, con quien afianzó aún más su gusto por la música heredada de su querido padre Don Efraín. Luego de dos años en Medellín regresa a su Barranquilla del alma e ingresa a estudiar en la Universidad del Norte donde se graduó como Ingeniero Electricista. Se casa con María Martha Borja Morales, Contadora Pública de profesión de cuyo amor nace su único hijo Frank David.

El «Kili» se considera un melómano empedernido y aunque no interpreta ningún instrumento, vive, siente y trasmite la música como cualquier artista y fue a raíz de esa pasión y amor por la música, cuando en marzo del año 2015 escudriñando en las redes y canales musicales se topó con un paseo vallenato desconocido para él del maestro Hernando Marín titulado ‘Fatalidad’, lo escuchó varias veces y se sorprendió con el contenido poético que encerraba dicha canción; Franklin quedó tan admirado con el mensaje que copió la letra e hizo el ejercicio de leerla varias veces y luego declamarla como un poema sin la melodía, lo hizo tan bien que su hijo y esposa gratamente sorprendidos por la declamación, le sugirieron que la grabara como una poesía y fue de este modo que nacieron los «POENATOS» que es una fusión de las palabras: POEma y valleNATO. Ese experimento de una noche cualquiera se convierte en una latente realidad, algo que los amantes de la música vallenata disfrutamos con mucho regocijo y han sido recibidos con beneplácito por parte de los compositores de los temas entonados en su maravillosa voz, porque Franklin nos permite cristalizar el verdadero mensaje de la poesía vallenata, desencuevando en cada verso y palabra, dándole un exquisito ensamble romántico que nos invita a escucharlo una y otra vez extasiados de un gozo celestial, algo que muchas veces no hacemos porque solo nos dejamos llevar, por las melodías de las canciones dejando de lado el contenido y el mensaje de la misma.

Hoy en día después de crear un canal en YouTube con el nombre de «Poenatos» en el cual ha publicado más de 250, el «Kili» nos muestra magistralmente y de manera pedagógica y según su lema: «el vallenato vuelve a ser poesía», que es un defensor de los contenidos poéticos y la palabra bien dicha en las letras del vallenato. Esto que él está haciendo es un gran aporte a la preservación de nuestra música vallenata, clásica tradicional y vernácula como lo pide la UNESCO.

Villanueva, sigue con esa pasión de declamar esos mensajes profundos que tienen esos cantos de origen provinciano, pero también viene haciéndolo con poemas de su autoría donde se destacan: ‘Amores de todos modos’, ‘Serás, mujer, más mujer’, ‘La bambina, musa intrusa’, ‘Noche, perversa noche’, ‘Estrella lejana’. Asimismo hace con poemas que son parte de la literatura universal de grandísimos poetas como: Héctor Gagliardi, Lorena Fronsky, Magdalena Sánchez Blesa, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Gabriel Escorcia Gravini, Nicola di Bari, entre otros.

En lo personal creo, que para Franklin Villanueva Martínez la música, la poesía, los poemas y la declamación, son una mezcla de emociones, pensamientos, sentimientos y creencias que lo inspiran y llevan a realizar este tipo de vídeos, sin importar si se hacen o no famosos, más bien es como un desahogo espiritual de gran importancia con el que se siente bien y realizado.
Por eso a nombre mío y de los que nos gusta la profundidad de los mensajes en las letras de las canciones vallenata le digo: muchas gracias por su talento, dedicación y por brindarnos alegría con sus ya reconocidos POENATOS que son una marca registrada, únicos e irrepetibles.

Jorge Naín Ruiz Ditta: un luchador incansable por la cultura, el folclor y la música vallenata.

«Cuando los hombres se ven reunidos para algún fin, descubren que pueden alcanzar también otros fines cuya consecución depende de su mutua unión»: Thomas Carlyle (historiador, filósofo y matemático escocés).

Por Ramiro Elías Álvarez Mercado.

La solidaridad, ayuda y colaboración son sentimientos de unidad que nos mueve a dar sin esperar recibir nada a cambio. Más bien se trata de la base de muchos valores humanos que hemos adquirido desde la infancia y que conjugan aquello que somos: lealtad, compañerismo, empatía, amistad, amor, fraternidad y respeto.

En el ámbito del folclor, la música y la cultura hemos sido testigos de muchos hombres y mujeres que han dedicado parte de su vida a trabajar de manera titánica por sacar adelante estas expresiones que son unos de los más vastos y perdurables nexos de los pueblos.

La música, el folclor y la cultura vallenata no podía estar ajeno a este fenómeno y encontramos en Jorge Naín Ruiz Ditta un luchador incansable que ha dedicado gran parte de su tiempo por resaltar y enaltecer todo lo relacionado con el arte en su tierra vallenata.

Este humilde varón le abrió los ojos a este mundo terrenal el jueves 23 de marzo del año 1961 en el corregimiento de La Loma, municipio de El Paso en el centro del departamento del Cesar al norte del territorio colombiano. En el hogar conformado por Máximo Ruiz Palacios, quien alternaba las labores de sastrería y el trabajo en el campo, donde cultivaba la tierra y criaba ganado y otros animales de corral con los que sostenía a su familia y Francia Helena Ditta, costurera y ama de casa quien con su trabajo también apoyaba con la economía familiar.

Jorge Naín desde muy pequeño se caracterizó por ser inquieto en cuestiones musicales y desde la edad de 8 años ya sobresalía en la Escuela Mixta # 1 y 2 de La Loma, en donde hizo sus estudios primarios y despuntaba cantando versos de su inspiración que sorprendían a sus compañeros y maestros en los acostumbrados Centros Literarios, que eran una sesión de la clase de Lengua Castellana, dedicadas al análisis de obras literarias, talleres de lectura, poesía, declamaciones, dramatizaciones, creaciones de cuentos, música; entre otras expresiones artísticas que se hacían con el fin de incentivar en los niños la creatividad y el amor al arte. Más tarde y ya con casi 12 años se inicia en el canto al lado del maestro Domiciano López Romero un reconocido acordeonista de la región quien vio en este pequeño un talento para cantar y su nombre comienza a ser reconocido en su terruño y alrededores, su amor por la música vallenata continúa, pero sin dejar de lado sus estudios e inicia la secundaria en el Colegio Nacional de Chiriguaná (CANALCHI) y luego los termina en el tradicional Colegio Nacional Loperena de la ciudad de Valledupar en donde es más seducido por la música de Francisco el Hombre y es ahí aún siendo un adolescente en el año 1978 ocupa el segundo lugar en el concurso de cantantes del Festival Sagbini Valledupar.

Luego de este reconocimiento dos años después en 1980 le llega la oportunidad de grabar su primer trabajo discográfico como cantante titulado «Amor a lo Vallenato» al lado del reconocido acordeonista Miguel Ahumada, con tan solo 19 años en donde vinieron canciones de reconocidos compositores de la música vallenata como: Héctor Zuleta Díaz, Antonio Serrano Zúñiga, Alonso Fernández Oñate, entre otros y una canción de su autoría titulada «Ingratitud».

Luego de graduarse como bachiller se traslada a Bogotá, la fría capital colombiana, con el fin de continuar sus estudios universitarios, pero sin dejar de lado su amor por la música, la cultura y el folclor vallenato, por el contrario estar lejos de su terruño hace que ese amor creciera más y se dedicó a hacer presentaciones y calentar el ambiente de los bogotanos y los costeños radicados en esta ciudad multicultural, en tabernas, clubes y discotecas, algo que le generaba un ingreso económico para ayudarse con los gastos que acarrea una carrera universitaria, con mucha dedicación, sacrificio y ganas de salir adelante se gradúa en locución de radio y televisión en el Colegio Superior de Telecomunicaciones. Este «lomero inquieto» bautizado de esta manera por el escritor, investigador y folclorista Antonio José «Toño» Daza Orozco, empieza a involucrarse en otras facetas de la cultura vallenata y ya no solo se dedica al canto, sigue componiendo canciones y además de la primera que grabó con Miguelito Ahumada titulada «Ingratitud», otras agrupaciones vallenatas como la conformada por Jesús Manuel Estrada en la voz y el acordeón de Víctor «Rey» Reyes le grabaron «Te Arrepentirás», lo mismo que Los Embajadores Vallenatos: Robinson Damián y Ramiro Colmenares le llevaron al disco «La Tienda del Amor» y recientemente este año 2024 Horacio Mora, le grabó un tema de corte jocoso emulando las anécdotas del gran Enrique Díaz titulado «La Salchipapa».

Ruiz Ditta siempre tuvo claro, que el estudio sería parte fundamental de su vida y luego de su primer título universitario no paró e ingresa a la Universidad Santo Tomás de Bogotá y se graduó como abogado, luego Especialista en Derecho Administrativo de la Universidad Libre, Magíster en Docencia en la Universidad la Salle, Magíster en Periodismo Universidad del Rosario.

Regresa a su pueblo querido donde fue elegido como concejal en el período comprendido entre 1990 – 1992. Secretario de Gobierno y Alcalde encargado del municipio San Martín, Cesar.
Para esa misma época fue gestor y fundador del Festival de Canciones Samuel Martínez: un evento cultural que cada día tiene más seguidores y está más consolidado.

Regresa a Bogotá y creó la Fundación de Artistas Vallenatos y realizó el Festival Rafael Orozco entre los años 1994 y 1998, labor que alternaba con el ejercicio de su profesión en la Personería de Bogotá llegando a ser Personero Delegado, entidad en la que estuvo alrededor de 20 años.
Aparece una nueva faceta y es la de columnista en distintos medios de comunicación como: eltiempo.com, Diario El Pilón, Diario del Norte, Revista Kienyke, panoramacultural.com.co, entre otros.

Si algo ha sabido manejar y distribuir el Dr. Naín es su espacio, cosa que a muchos nos asombra, porque no es fácil repartirse en varias labores al mismo tiempo, es como si tuviera el don de la ubicuidad; es decir, estar presente en varios escenarios al mismo tiempo, pero ese gran amor, dedicación y pasión que tiene por lo que realiza lo hace multiplicarse.

Mientras se dedicaba a ser Asesor de Despacho del Registrador Nacional del Estado Civil o Asesor del Despacho de la Procuraduría General de la Nación, salía ganador en el concurso de canciones inéditas del Festival Samuel Martínez de La Loma, Cesar y del Festival de Acordeones del Río Grande de La Magdalena en Barrancabermeja.

A parte de columnista en distintos medios también ha escrito los libros: «Intimidades del vallenato actual», «Un acordeón en los cachos», «Vida y Obra de Julio Erazo Cuevas» y «La Personería en el posconflicto».
Como profesor fue docente universitario de pregrado de la facultad de Derecho en las universidades: Autónoma, Católica, Cooperativa Universitaria de Colombia y de posgrado en Especialización y Maestría en la Universidad Militar Nueva Granada.

Su pasión por cantar la música de Francisco el Hombre nunca se le acaba y es muy común escucharlo interpretando clásicos del cancionero vallenato en el calor de una parranda o en una grabación como lo hizo en el año 2016 en un trabajo discográfico titulado «Tributo al maestro de maestros», homenaje a Leandro José Díaz Duarte, donde tuvo el acompañamiento de destacados acordeonistas, que con sus notas engalanaron las sublimes melodías del «Homero del Vallenato», entre los que encontramos a Gonzalo Arturo «Cocha» Molina, Omar Geles Suárez, Victor «Rey» Reyes, Juancho de La Espriella, Rafael Ricardo, Julián Rojas, Hermides «Taty» Manzano y Jorge Rojas.

Este inquieto personaje fue jurado de la gran final del Festival de La Leyenda Vallenata concurso Rey de Reyes en el año 2017 donde salió triunfador Álvaro López Carrillo.
En el año 2020 fue premiado por el diario El Espectador y la Fundación Color de Colombia como Afrocolombiano del año.

Creador, director y presentador del programa de redes sociales «La Parranda de Naín» en donde entrevista a distintos invitados relacionados con la música vallenata, el cual tiene muchos seguidores y muy buena aceptación, por lo ameno y agradable. Este luchador y polifacético hombre de la cultura también tuvo un paso corto como repentista; es decir, verseador de la música vallenata, razón por la que se presentó en esta modalidad, en los Festivales de La Leyenda Vallenata en Valledupar y en el Cuna de Acordeones en Villanueva, La Guajira, ocupando honrrosos lugares (entre los seis primeros) .

Hoy en día el Dr. Jorge Naín Ruiz Ditta está gozando de su merecida pensión, radicado entre su pueblo, La Loma, Valledupar y Río Seco, pero sin dejar de lado sus actividades y el gusto por su cultura vallenata y el ejercicio de su profesión, porque aún es docente de posgrados de las facultades de Derecho en las Universidades del área Andina en Valledupar y de la Universidad Popular del Cesar y como si fuera poco es el actual presidente de tres organizaciones sociales que son: Corazón Caribe, que realiza el festival «Un Canto al Río» en Valledupar, Fundación Festival de Canciones Samuel Martínez de La Loma y Asociación de Verseadores de la Piqueria Vallenata (ASOVERSO).

Este visionario e hiperactivo hombre es lo que podríamos llamar un «Gestor Cultural» porque en la cultura vallenata se ha movido como pez en el agua en distintas de sus facetas y en todas ha sobresalido, porque siempre tuvo personas que creían en sus proyectos y demostró que trabajar en equipo no es sólo ir por un mismo objetivo, sino aprender sobre las habilidades individuales de los integrantes y encontrar la manera de que estos armonizaran con todos, a través de la comprensión, empatía y colaboración y de esta manera lograr el objetivo trazado.

Atte: Ramiro Elías Álvarez Mercado

Hochiminh Vanegas Bermúdez: el cantautor de la espiritualidad en la música vallenata.

«La música es una armonía agradable para el honor de Dios»: Johann Sebastián Bach (compositor, músico, director de orquesta y profesor alemán).

Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado.

La buena música es un poder que llega de forma directa hasta el alma del individuo; viene a ser un mensaje de corazón a corazón: del corazón del compositor para impactar el corazón de otra persona, es un poder que puede influenciar y promover grandes movimientos en el mundo, que permite reforzar los valores morales, éticos y espirituales de la humanidad.
Algunas frases que encontramos en las canciones nos recuerdan que este arte es una bella expresión del espíritu que nos transforma positivamente, disipa muchos sentimientos negativos y hace que nos sintamos acompañados.
En la música vallenata hay un cantautor que le tocó batallar mucho, para poco a poco ir logrando un espacio en este competido mundo, algo que ha hecho por ser un hombre de fe, con lo cual entendió que Dios y la espiritualidad están por encima de las derrotas.
Hago referencia a Hochiminh Vanegas Bermúdez, cuyo nombre es de origen vietnamita: HO-CHI-MINH, que significa «el que trae la luz o el que ilumina», nombre del líder vietnamita que los liberó del yugo francés y el de los yankees. Desde muy pequeño fue llamado por sus padres, familiares y vecinos como «Hochi» abreviatura de su nombre, nació el 25 de septiembre del año 1970 en Valledupar, Colombia, «La capital mundial del vallenato» en el sector conocido como Calle La Garita. Hijo de padres guajiros: su madre Gladys María Bermúdez Bracho, modista y ama de casa oriunda del caserío Los Pozos, y su padre Saúl Darío Vanegas Castro, nacido en El Tablazo, ambos caseríos pertenecientes al municipio de San Juan del Cesar (La Guajira); su progenitor se desempeñaba como funcionario del ICA (Instituto Colombiano Agropecuario), trabajaba en la parte de radioteléfonos y comunicaciones con las diferentes sedes y fincas de la organización; de allí salió pensionado.
Oficio que alternaba con el gusto por la música vallenata de la cual era un buen compositor. Canciones de su autoría como: ‘Conoci la pena’, grabada por Los Embajadores Vallenatos (Robinson Damián y Ramiro Colmenares); ‘Estás Equivocada’, grabada por Édgar Peñalosa y Las Estrellas Vallenatas; ‘Grandeza de un amor’, grabada por Beto Martínez y Miguel Ahumada; ‘No te enojes negra’, grabada por Beto Martínez y Luis Enrique Martínez Argote, entre otras, que hacen parte de su repertorio musical. Vena artística que fue heredada por su hijo Hochiminh, pero también la heredó por parte de su progenitora Gladys quien tiene talento para la composición de donde surgieron algunas rancheras muy sentidas y unos merengues vallenatos; lo que quiere decir que en su casa se respiraba un ambiente musical, razón por la cual desde niño mostró inclinación por la creación de letras y melodías. Hochi hizo sus estudios primarios en el colegio Colombo Inglés y la secundaria en el tradicional colegio Nacional Loperena, ambos de Valledupar.

Criado entre la ciudad de los Santos Reyes y La Guajira cosa que hizo que su infancia estuviera rodeada de música vallenata en barrios tradicionales como el Cañaguate y el Barrio Obrero, muy cerquita de la reconocida plaza «Alfonso López» en donde los sonidos embrujadores y seductores de los acordeones,cajas, guacharacas y guitarras era como el pan de cada día, estas experiencias cotidianas combinadas con las vacaciones escolares que vivía en la cultura guajira en poblaciones como: Fonseca, Villanueva, San Juan del Cesar, Cañaverales y los Haticos, entre otras, escuchando canciones de sus ídolos en la música vallenata, maestros por los que profesa una gran admiración y respeto tales como: Leandro Díaz, Gustavo Gutiérrez, Rafael Manjarrés, Hernando Marín, Marciano Martínez, Rosendo Romero y otros de una nueva camada que siguieron esa senda del vallenato lírico, con contenidos poéticos, filosóficos muy profundos o lo que yo denomino como la palabra bien dicha en los cantos vallenatos en donde sobresalen Fernando Dangod Castro, Hernán Urbina Joiro, Jacinto Leonardi Vega Gutiérrez, lo llevan a convertirse en un cantautor de la música vallenata y de otras expresiones musicales del Caribe colombiano.

Aprende a interpretar guitarra y el canto de manera empírica, como lo hicieron esos grandes exponentes de la música vallenata que pusieron en un pedestal muy alto esta bellísima expresión musical, folclórica y cultural. Acompañado de sus amigos de infancia, con los que se bañaba en el río Guatapurí y jugaban fútbol: otra de sus pasiones, conforman una pequeña agrupación con la que hacían presentaciones en las semanas culturales del colegio, serenateaban a hermosas quinceañeras y primeras conquistas amorosas, lo mismo que a las madres de sus amigos en fechas especiales.

Luego viene un episodio muy doloroso en la vida de Hochiminh y es la separación de sus progenitores y suceso que afecta la economía familiar, por lo que él debe abrirse paso en la vida realizando distintos trabajos desde la adolescencia: venta de rifas, chances (bolitas, también le dicen en otras regiones), arreglos de zapatos y bolsos para ayudar con los gastos en su hogar, pero sin dejar de escribir y cantar sus vivencias y es así cuando llega su primera inspiración titulada «En el Senderito» una canción que estuvo perdida por muchos años y que rescató en el año 2023 revisando libretas y papeles viejos que uno siempre tiene guardados en el baúl de los recuerdos, y es precisamente cuando llegó a sus manos una hoja de cuaderno amarillenta por el inexorable paso del tiempo y la sorpresa agradable que se llevó fue la letra de una canción que al leerla llegó ipso facto a su mente la melodía. Tema con un sentir a pueblo maravilloso que lo trasladó a su infancia y a los senderos que de niño caminó en La exótica Guajira y el Cesar el manantial de Cañaverales, los caminos rodeados de naturaleza, el inmenso cielo azúl, las aguas frescas y cristalinas del rio Guatapurí. Después de esa primera inspiración le llega un segundo canto titulado «Simulación» una canción de despecho y un poco de rabia e impotencia, fruto de una desilusión amorosa de las que normalmente vivimos en nuestra etapa de juventud En el año 1988 se gradúa como bachiller y un año más tarde se presenta para prestar el servicio militar en la Primera División de Santa Marta. La añoranza, la falta del calor de hogar y la tristeza por no poder compartir con su novia el primer aniversario de la relación fueron fuentes de inspiración y compone una canción titulada ‘Mensaje en el Viento’ la cual interpretaba junto a su amigo en la milicia Javier Vega en los momentos de descanso en la agitada vida militar.

A finales del año 1990 después de haber terminado su servicio militar vuelve a Valledupar siendo Subteniente de Reserva y con la medalla «Juan Bautista Solarte Obando» que se le otorga al mejor soldado del contingente. Ingresa a la Universidad Popular del Cesar y hace dos semestres de Contaduría Pública carrera que tuvo que interrumpir por motivos económicos. Buscando mejores condiciones de vida su hermano mayor se traslada Bogotá y lo llama diciéndole que en la fría capital colombiana habían oportunidades laborales y posibilidades para estudiar, y fue así como «Hochi» empaca maletas y se despide de su madre, novia, amigos y de su Valledupar del alma y se radica en Bogotá. En medio de la agitada vida de la gran ciudad su alma y corazón siguen anhelando los sonidos de la música de su tierra, empieza a plasmar versos y melodías describiendo añoranzas, esperanzas, vivencias, aventuras y mucha espiritualidad en relatos y cantos vallenatos, lo que da forma a un compendio importante de canciones con la firme convicción de engrandecer y hacer un aporte significativo a la música vallenata.

Con mucho esfuerzo y dedicación se gradúa como Tecnólogo en Sistemas de la Corporación Tecnológica de Bogotá y luego homologó en la UNAD (Universidad Nacional Abierta y a Distancia) donde finalmente se convirtió en Ingeniero de Sistemas. Comienza a ejercer su profesión en el Banco Caja Social ocupando el cargo de Técnico de Soportes, donde también conoce al amor de su vida y musa inspiradora de varios de sus cantos, Olga Lucía Gómez Suárez de familia Boyacense, nacida en Chía (Cundinamarca) y criada en Bogotá, canciones como: ‘Enamorado’, ‘Creo que me gustas’, ‘Nenita linda’, ‘Sueño’, ‘Tu me fascinas’ ,son muestras del amor que siente por su esposa fruto del cual nacieron dos retoños: Ekii y Yeray, cuando le pregunté el porqué de esos nombres me respondió: «Ekii es una expresión Wayuu que significa «principio, origen, la cabeza del grupo», quise conectar con mis raíces guajiras. Yeray es una expresión de las Islas Canarias que significa «Grande y Fuerte».

Para Hochiminh todos sus caminos y vivencias han sido fuentes de inspiración para componer, por ejemplo: la madre, una hermosa mujer, los hijos, un gran amor, la frescura y belleza de la naturaleza, la amistad, Dios nuestro creador, la tierra y como la mayoría de los compositores los recuerdos son el alimento que aumentan su inspiración. Sentimientos que podemos encontrar descritos en temas como: ‘Sueño de amor’, ‘Atardeceres de sentimientos’, ‘Motivo de regreso’, Canto a mamá’, ‘Mensaje en el viento’, ‘Soy mujer’, ‘Amiga’, entre otras. Vanegas es un compositor al cual se le puede apreciar un altísimo contenido espiritual, estético, amor y reconciliación por su cercanía con el creador del universo, es un hombre creyente muy agradecido de Dios y la vida algo que siempre es su fiel reflejo.

Con más de 120 canciones compuestas y un poco cansado después de compartir por mucho tiempo sus composiciones con diferentes artistas del género vallenato y sin obtener respuesta alguna decide desarrollar un proyecto musical, con el fin de presentarse ante el competido y difícil mundo vallenato y los medios de comunicación como «Hochi Cantautor Vallenato», bajo la dirección de Carlos Lengua, reconocido productor y músico, el acompañamiento del versátil acordeonista Fredy Quintana, graba y nos muestra a los amantes de la música vallenata un trabajo discográfico titulado ‘No lo dudes más’, un proyecto musical social que incluye 20 canciones de su autoría. Pero como dice el viejo y sabio adagio popular «el que persevera alcanza» y ya se están viendo los frutos de su trabajo y varias agrupaciones le vienen grabando sus canciones. Vanegas Bermúdez es un cantautor que admira y respeta profundamente la creatividad y el arte razón por la que en la creación musical no se encasilla en un solo género musical, es un compositor versátil que con la misma facilidad puede componer vallenato, bolero, salsa, balada, tambora, chandé y aunque su guitarra bendita lleva su sentir vallenato, le surgen ritmos y melodías diferentes, tipo boogaloo y otros afrocubanos; es decir que lo que nos viene mostrando hasta ahora en sus grabaciones es solo la punta del iceberg de su amplio repertorio musical, en esta línea creativa tiene como referentes a los maestros Calixto Ochoa Campo, Romualdo Bruto López y el mexicano Juan Gabriel.
En este loable ejercicio hecho a pulso de presentar sus canciones al mundo «el cantautor de la espiritualidad» con el apoyo de los angeles que según él Dios pone en su camino, ha descubierto capacidades creativas para el diseño gráfico; es decir, elabora sus vídeos y las estrategias de promoción y marketing de su producto musical, todo esto sumado al estudio, la práctica y escuchando a tantos gurús que existen en los medios y comparten sus conocimientos y experiencias en internet.
Ha hecho colaboración con amigos compositores, donde grabaron dos canciones en el proyecto musical «Mi Casa Vallenata» , ‘Gaviota Blanca’ coautoría con Fredis Aquiles y ‘Seguiré tus Pasos’ coautoría con Edwin «El Makina» Altamiranda Mercado, canciones interpretadas por los hermanos Guadis y Rodolfo Carrasco.
Fray Núñez le grabó dos canciones tituladas ‘Lloraré, Llorarás’ y ‘Como Ayer’. Una joven cantante Erika Berrío hija del cantautor «Pupy» Berrío le graba una bella canción de corte romántico titulada ‘Eres’, distintas agrupaciones se siguen interesando por sus composiciones y Los Hijos de Urabá le graban un paseo en donde sale a flote su espiritualidad titulada ‘Los Planes de Dios’ en donde conjuga hábilmente la palabra de Dios con frases de amor.
Recientemente ha lanzado dos canciones con el valor agregado de la participación del Rey Vallenato 2006 Alberto «Beto» Jamaica en el acordeón que con su experiencia, consejos y calidad interpretativa le dio un toque distintivo a ambas canciones, una titulada ‘Matrona de Mi Tierra’ un Chandé con el que se le rinde un sentido homenaje a esas mujeres valientes, altruistas y comprometidas que dedican su vida al servicio de los demás, y un paseo vallenato de esos que nos hacen recordar esas décadas doradas de la música vallenata como lo son: los ochentas y los noventas titulada ‘En El Senderito’ con letra diciente y sabor pueblerino.
Próximamente el cantante oriundo de Villanueva, La Guajira Beto González estará lanzando una producción musical titulada «Poesías y Cantos» en donde vienen canciones de compositores reconocidos en el firmamento vallenato e incluirá una de «Hochi» titulada ‘Tengo Esperanza’

Hochiminh Vanegas Bermúdez es un compositor al que la inspiración le llega como una voz interior salida de lo más recóndito de su alma, que vibra en lo más insondable de su ser creativo, algo que sumado a su fe en el creador y a su espiritualidad, fluye de manera involuntaria, natural y espontánea.

Redes sociales de Hochiminh Vanegas Bermúdez:
Facebook es: @hochimusikoficial

Para todas las demás Instagram, Twitter, YouTube es:
@hochimusik

Ramiro Elías Álvarez Mercado
alvaresramiro872@gmail.com .

José Carranza: el juglar piñonero.

«¡Ay! Praga, Praga… Praga, donde el amor naufraga, en un acordeón»: Joaquín Sabina, cantautor español.

Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado.

Según el neurocientifico y músico estadounidense Daniel J. Levitin en su trabajo investigativo titulado «Tu Cerebro y La Música, el estudio de una obsesión humana», «los instrumentos musicales figuran entre los artefactos más antiguos fabricados por el hombre que se han encontrado. La música precede a la agricultura en la historia de la especie».
Lo que quiere decir que la historia de la música y de la creación de los instrumentos musicales es tan remota como la misma historia del hombre. La humanidad siempre ha estado acompañanda por el sonido, ya sea con el trinar de los pájaros, el roce del viento con las ramas de los árboles, el susurro del mar al ser empujado por las corrientes de aire, el traquetear de la madera en el fuego o el ruido que produce las corrientes de agua de los ríos y riachuelos. Es entonces en donde el hombre cautivado y seducido por esa constelación de sonidos que proviene de la naturaleza y su entorno decide imitarlos por curiosidad y también por necesidad empezando a fabricar distintos tipos de artefactos que luego derivaron en instrumentos musicales.
Con el avance de la humanidad también llega la cultura de los pueblos y en ese intercambio de conocimientos, sabidurías y la oralidad que tanto reinan en el Caribe colombiano, fueron componentes imprescindibles para el nacimiento de un gran juglar de la música vallenata que aunque muchas veces es olvidado o no le han dado el reconocimiento que se merece, pero es digno de admirar, resaltar y enaltecer por la trayectoria y el aporte significativo que le ha dado a esta música de origen provinciano. Un hombre que con su acordeón al pecho creó un vínculo emocional tan especial que ha mantenido por siempre. Con su instrumento ha compartido momentos de soledad, fracasos, frustraciones, pero también de alegrías y éxitos. Me refiero a: José Francisco Carranza Martínez, quien le abrió los ojos a este mundo terrenal el día viernes, 19 de febrero del año 1954 en El Piñón, un pueblo encantador, con un paisaje natural rodeado de exuberante vegetación, bañado por el río Magdalena en el departamento del mismo nombre, lugar de sanas costumbres, gente humilde y trabajadora, de calles empedradas, casas coloridas y de rica cultura, donde la música y la danza tradicional son parte integral de la identidad de sus pobladores, algo que se refuerza en los festivales y eventos folclóricos que se hacen frecuentemente.
Nació en el hogar conformado por José Felipe Carranza Cueto y Antonia Martínez Manota, él un pescador que también se desempeñó como carcelero de su terruño y ella una ama de casa que ayudaba a la economía familiar con la venta de productos derivados del maíz: bollos y arepas.
José Carranza sintió el llamado musical desde muy pequeño, aunque el sonido del acordeón lo seducía lo primero que aprendió a tocar fue un tambor y una guacharaca, instrumentos que su padre le fabricaba de manera rústica y artesanal con objetos desechados como un viejo termo de café y bancos de madera. Ayudaba a su madre en la labor de moler el maíz con el que elaboraba sus productos, oficio que realizaba con alegría entonando canciones que estaban de moda y pegadas en la radio de maestros como: Alejandro Durán, Abel Antonio Villa, Pacho Rada, Calixto Ochoa, entre otros; hecho que le sacaba sonrisas a su progenitora, quien junto a su padre fueron parte fundamental en su desarrollo musical y un apoyo incondicional en su naciente carrera artística.

Los primeros acordeonistas que vio y escuchó fueron Virgilio de La Hoz y Augusto Orozco, sobre todo este último quien era contratado por un paisano suyo para ponerle serenata a una vecina de la que estaba enamorado, sin importar la hora el pequeño Carranza se levantaba guiado por ese sonido mágico que brotaba del acordeón y se detenía frente al evento lo que para él era un espectáculo embruajador y seductor y desde ese momento quedó flechado, la música se fue metiendo sin permiso en su alma y soñó con ser acordeonista y alegrar el corazón de la gente. Su señor padre José Felipe al notar el entusiasmo de su hijo con el acordeón hizo un esfuerzo económico y accedió a comprarle uno de segunda mano en el corregimiento Cantagallar, era de dos teclados bastante deteriorado, remendado con esparadrapo que tuvo un costo de 80 pesos, pero que generó una alegría indescriptible en el pequeño José. De regreso a su casa montado en un burro empezó a sacarle notas al instrumento que desde ese momento se convertiría en su juguete más preciado e inseparable amigo.
Las primeras melodías que aprendió a interpretar fueron ‘La Múcura’ y ‘Tumbé La Ceiba’ que fueron escuchadas en un principio por José Manuel Ospino, dueño de una tienda que quedaba cerca de su vivienda, quien en sus momentos libres tocaba el trombón y se terminó convirtiendo en una especie de guía musical que lo animaba y aconsejaba, con el fin de que creara sus propias melodías. Después de algún tiempo y siendo aún un niño ya con un repertorio musical aprendido empezó a recorrer pueblos circunvecinos como Pivijay, Salamina, El Copey, Fundación, Cerro San Antonio, siempre en compañía de su padre que lo cuidaba, y así poco a poco se dio cuenta que podía vivir del arte musical y que esta sería la profesión a la que se dedicaría por siempre.
A la edad de 15 años decide trasladarse a Barranquilla algo que sus padres no querían porque les daba temor que un jovencito como él fuera a tener los problemas que muchas veces hay en las grandes ciudades. Estando en «La Puerta de Oro de Colombia» organiza un conjunto con unos muchachos como él y empiezan a tocar en los sitios emblemáticos como el Teatro Tropical, el Paseo Bolivar, bares, restaurantes y estaderos de jueves a domingo. Los lunes iba a visitar a sus viejos en El Piñón, y como todo buen hijo les llevaba mercados y algo de dinero para ayudarles con los gastos de la casa.
Una noche cualquiera estaba reunido con sus colegas músicos en el restaurante La Terraza cenando y repartiendo el producido del día y les presentaron al señor Felipe Romero quien les dio una idea y les recomendó un estudio de grabación de Gabriel Zúñiga, quien luego de escuchar una interpretación con su acordeón le propone grabar un tema titulado ‘El Caballo Canelo’ de un paisano suyo piñonero llamado Medardo Rudas Riqueth, canción que luego fue un éxito por la agrupación venezolana «Los Melódicos».
De esa forma empieza a despegar su carrera musical ya en el ámbito de la grabación lo recomiendan con el maestro Adolfo Echeverría y su agrupación «Los Mayorales» quien al ver el jovencito de 15 años se sorprende por su talento y lo invita a que graben una canción de su autoría titulada ‘La Rebelde’ en el año 1969 y también lo acompañó con su acordeón y colaboración en arreglos musicales en temas como: ‘Leonor’, ‘Cartagena Historial’, ‘El Sapo y Su Combogao’ entre otros. Después de unos tres años de acompañar a Adolfo Echeverría se separa y graba con Epimenides «Epy» Zambrano padre del acordeonista y arreglista Jimmy Zambrano, quien tenía una agrupación llamada «El Dúo Epi»; con la voz de Víctor Salamanca graban un éxito de los años 70 titulado ‘La Vieja Trapito’ donde si aparece su crédito como acordeonista (J.Carranza) algo que nunca tuvo con la agrupación «Los Mayorales» .
La carrera musical de José Francisco sigue en ascenso y un día estando en el barrio el Santuario de Barranquilla llegó el señor Rafael Mendoza el autor de ese clásico canto vallenato titulado ‘Carrito Viejo’ grabado por la célebre agrupación «El Doble Poder», conformada por los maestros Ismael Rudas y Daniel Celedón, y le propone grabar unos temas en donde se destacaron ‘Chofer de Bus’ y ‘Mi Colegiala’ .
Luego se conoce con el cantante Ovidio Martínez con quien comienza a hacer ensayos y después de enviar muestras a distintas disqueras reciben una noticia positiva de CBS, hoy en día Sony Music. y les aprobaron la grabación de un sencillo con cuatro canciones que fueron ‘El Súper Mujeriego’, ‘ Insomnio de Amor’, ‘Los Caramelos’ y ‘Adios Mujercita’ los cuales tuvieron buena aceptación, motivo por el cual les terminaron grabando un trabajo discográfico completo titulado «Por La Puerta Grande» donde obtuvieron ventas de más de 20 mil copias que era una buena cifra para la época, posteriormente grabaron otro álbum que se llamó «A Todo Cañón» en donde se destacó la puya ‘La Pendejá’ .
José Carranza junto con Ovidio Martínez en el año 1982 para Fiesta Vallenata graban un tema de Franklin Benavides titulado ‘El Rey de la literatura’ que sin duda es uno de los más grandes homenajes que se la ha rendido a nuestro premio Nobel Gabriel García Márquez.
Con su conjunto ha recorrido todo el Caribe colombiano y algunos lugares del interior, así como el vecino país de Venezuela. En una de esas tantas fiestas y parrandas que ha amenizado en su pueblo El Piñón, un animador de nombre Kike Montero de La Hoz por el brío y calidad en la ejecución de su acordeón lo bautizó como «El Ciclón Piñonero» apodo que se convirtió en su nombre artístico.
«El Ciclón Piñonero» en su largo trasegar por la música vallenata ha tenido la oportunidad de hacer pareja musical con buenos cantantes que le han ayudado mucho en su catálago musical. Voces como Ramón Bertel, Beto Bermúdez con el sencillo ‘Grita Mi Corazón’ salieron victoriosos en el Carnaval de Barranquilla obteniendo el codiciado Congo de Oro en el año 1987. David Henríquez, Edwin Escorcia, su hermano Pablo Carranza, Fredy Andrade, Ricardo Maestre, pero definitivamente su época dorada fue al lado de Oswaldo «El Aparato» Rojano con quien anduvo por más de 20 años y grabaron cuatro trabajos discográficos, esa sólida unión se debió a esa simbiosis y entendimiento musical que siempre tuvieron, su acordeón se acoplaba perfectamente a la potente y clara voz que siempre caracterizó al «Aparato» Rojano.
El maestro Carranza no solo es un gran intérprere del acordeón, también se destaca como compositor, ha grabado con sus distintos cantantes alrededor de 32 canciones de su autoría donde sobresalen: ‘Con sabor a menta’, ‘La alegría de mi vida’, ‘Donde vayas me llevas’, ‘ Tanto rogarte’, ‘Tengo una pena’, ‘El recadito’, ‘Boquita sabor a coco’, ‘Mi gordita y yo’, ‘Tu natalicio’, ‘De mi te estás alejando’, ‘Rumbón alegre’, ‘No puedes fallarme’, son algunas de las muestras de su capacidad como compositor.
También ha realizado la labor de Instructor Musical de la casa de la cultura en su adorado pueblo, El Piñón, una loable labor que hizo con los niños, porque según algunos estudios, enseñar a un pequeño a interpretar un instrumento musical, en este caso el acordeón ayuda a desarrollar el cerebro y las capacidades cognitivas, porque la música potencia la actividad neuronal y aumenta la retención mental.
Carranza Martínez aunque ha grabado pocas canciones en su voz, canta con frecuencia en parrandas. En grabación se destaca la canción «Amigo» autoría de Rafael Mendoza grabada por Los Hermanos Zuleta, pero que por petición del compositor quien fue su compinche, compadre y amigo le pidió que la grabara porque para él no había nadie que le imprimiera ese sentimiento que transmitió el autor en su letra. José Francisco tiene una voz grave, limpia, potente, honesta y agradable al oído que lo convierte en músico completo, de esos que tocan, cantan y componen, requisitos que son tenidos en cuenta en la música vallenata para hablar de «Juglar». Ama tanto su su arte, su instrumento de pitos y bajos, porque cuando lo tiene en sus manos es como si se volviera parte de su cuerpo, igual que un niño con su juguete favorito, con un amor por la música que se evidencia en cada movimiento que hacen sus dedos cuando está ejecutando su instrumento bendito. No hay duda alguna que este maestro es también un gran baluarte del vallenato, de esos que aún siguen recorriendo nuestra historia musical y que con su aporte ha contribuido a la edificación de nuestra cultura, música y folclor, es por eso que estábamos en mora de realizarle un sincero reconocimiento al «Juglar Piñonero».
Este septuagenario maestro vive felizmente en el municipio de Soledad, Atlántico, en el barrio Manuela Beltrán, al lado del amor de su vida y musa inspiradora de algunas de sus creaciones musicales Josefa Calvo, en donde recibe la visita periódica de sus tres hijos y cuatro nietos. Pero sin dejar su delirio por la música, porque ahora se dedica a producir y dirigir trabajos discográficos de otros artistas en su estudio de grabación JOCAR RECORDS, y también tocando en una que otra parranda privada, porque esta pasión por el arte musical lo acompañará hasta que cierre sus ojos definitivamente.

MATRONA DE MI TIERRA: una canción con la que se le rinde un sentido homenaje a esas mujeres valientes, altruistas y comprometidas que dedican su vida al servicio de los demás!.

«El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla»: Robert Browning (poeta y dramaturgo inglés).

Por : Ramiro Elías Álvarez Mercado.

Las canciones nos transportan, nos inspiran, nos hacen soñar y recordar; hay cosas que repito con frecuencia y una de ellas es: que el respeto y la admiración son un acto noble que debemos demostrar a diario. Puede ser a través de un gesto sencillo, como hacer un regalo de manera inesperada, haciendo un favor desinteresado o simplemente mandando un mensaje de buenas noches. Los compositores y músicos a diferencia de los que no lo somos tienen la habilidad de plasmar con letras y melodías ese sentimiento, y es precisamente lo que hizo el cantautor Hochiminh Vanegas Bermúdez, conocido artísticamente como «Hochi» con las «Matronas», esos seres especiales con una iluminación divina que luchan contra la corriente y que han hecho suyas la reivindicación de las mujeres.
Hochi se inspiró en una sensación de tristeza que dejó la partida de este mundo terrenal de Matilde del Carmen Acuña, conocida como «Maty» una señora que se caracterizó por cautivar con su alegría, entusiasmo, energía y enseñanzas a la gente de Fundación, Magdalena, aunque nació en la tierra del Nobel Gabriel García Márquez, Aracataca, esta gestora comunitaria quien en su trasegar anduvo por Valledupar, Barranquilla, Guadalajara, México, fue en Fundación donde se convirtió en una guardiana de las costumbres y tradiciones de esta región que hace parte de ese «realismo mágico» que sirvió de fuente para que «Gabo» desplegara toda su magia como escritor. Esta matrona dedicó su vida a enaltecer, preservar y transmitir todo ese legado que heredó de sus ancestros a las nuevas generaciones .
Como era de esperarse por la alegría que siempre irradió y reflejó «Maty» la canción fue hecha en un aire musical que produce energía, bullicio, jolgorio, ambiente festivo, con una melodía de colores vivos que nos hace sentir como si estuviéramos en una carnestolenda eterna, donde el Rey Vallenato 2006 Alberto «Beto» Jamaica con su acordeón bendito hace una magistral interpretación que se complementa perfectamente con el coqueteo que produce el golpe de las tamboras y la incesante marcación del bombardino, la dulzura de la guitarra y la fuerza melódica del bajo, en una simbiosis total que lograron captar la inspiración del cantautor, que junto a su voz lograron que este pegajoso chandé fluyera de manera natural y con la sabrosura que caracteriza este aire musical.
La cultura, el folclor y la música es algo que debemos preservar y proteger, porque es el ensanchamiento de la memoria y el espíritu de un pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, su modo de pensar y de vivir; algo que el compositor Hochiminh Vanegas Bermúdez está haciendo seguido, porque con su mente creativa y su sensibilidad viene logrando grandes cosas en la difusión de la música del Caribe colombiano, que son el resultado de una serie de pequeñas cosas reunidas .

Redes sociales de Hochiminh Vanegas Bermúdez:
Facebook es: @hochimusikoficial

Para todas las demás Instagram, Twitter, YouTube es:
@hochimusik

Ramiro Elías Álvarez Mercado
alvaresramiro872@gmail.com .