Una Tertulia e Integración que se hizo canto, espíritu y memoria bajo el cielo de Corozal

«El arte, cuando es bueno, es siempre entretenimiento»:
Bertolt Brecht (músico y dramaturgo alemán).

Por Ramiro Elías Álvarez Mercado

Hay encuentros que no suceden por azar, sino por el llamado invisible de la alegría. Son melodías secretas que la vida compone para recordarnos que la existencia, como un buen paseo vallenato, se disfruta mejor entre risas, versos y corazones dispuestos a cantar.
La amistad verdadera, esa que no se impone sino que florece, es una parranda sin hora de cierre: un espacio donde el alma se desnuda con confianza y la vida se vuelve música al compás del acordeón, la caja, la guacharaca, la trompeta, el clarinete y el redoblante.

Más que amigos, somos una manada que camina unida al ritmo del folclor que nos habita. Compartir esta tertulia fue como escuchar una canción que uno quisiera que nunca terminara.
Porque entre amigos la música es puente, es raíz, es destino. Y el vallenato, el porro y los aires del Caribe colombiano laten como un corazón colectivo que nos convoca y nos sostiene.

El jueves 20 de noviembre de 2025, Corozal parecía tener un brillo distinto, como si el pueblo supiera que algo memorable iba a ocurrir. Para mí fue un honor compartir con algunos integrantes del grupo de WhatsApp Tertulia Vallenata en una velada que trascendió lo cotidiano para convertirse en un ritual de hermandad sabanera.

La ocasión era especial: el cumpleaños del abogado, compositor y cantante Nicanor “Nica” Assia Vergara, un hombre que lleva en su voz la memoria viva del vallenato y del folclor sabanero. Un anfitrión generoso, dueño de un espacio donde la alegría entra sin pedir permiso. Su hospitalidad, bordada con sencillez y nobleza, convirtió su casa en un templo abierto al canto, a la palabra y al sentimiento. Cada gesto suyo fue una nota más en la partitura de afectos que solo los hombres de alma grande pueden interpretar.

Lo que empezó como un encuentro de amigos se transformó en un conversatorio fecundo donde la reflexión se entrelazó con la emoción. Se habló de raíces, de identidad, de la urgencia de honrar lo nuestro sin perder el eco del monte ni el polvo de la trocha. Fue un diálogo íntimo, casi filosófico, donde cada palabra encendía un candil en el pecho. Una tarde convertida en un festival del alma: sin tarimas, sin jurados, sin premios, en el que todos fuimos ganadores. Solo música, solo verdad.

Y cuando la palabra descansó para dejar pasar al sonido, ocurrió la revelación:
el maestro Samuel “Sammy” Ariza tomó el acordeón como quien toma entre los brazos a un ser amado. A su lado, su compañera Mónica Mendoza, presencia suave y luminosa, parecía custodiar cada nota. Con el fuelle al pecho, cada digitación dejaba ver el brillo de su anillo de matrimonio, chispa sagrada que recordaba su pacto de vida, de arte y de historia musical. Lo que interpretó no fue solo música: fue un rezo, una plegaria, una liturgia de excelencia. Una demostración exquisita de un músico que tiene su instrumento como una extensión de su cuerpo.

Entonces, como si el destino hubiese querido sellar el momento con grandeza, llegó el maestro Leonardo Gamarra Romero, leyenda del porro sabanero. A sus ochenta y cinco años sigue demostrando que los artistas verdaderos desafían calendarios. Nos regaló porros clásicos, cómo «Imágenes», «El Barroso Pineano», «Con la garrocha en la mano», recordándonos que la música de la sabana no envejece: se renueva en cada oído sensible que la escucha.

La noche siguió creciendo cuando irrumpió la Banda 8 de Septiembre de Sincé: clarinetes brillando como luciérnagas, trompetas levantando la brisa nocturna, el bombo estremeciendo la tierra, el redoblante marcando la columna vertebral del ritmo. Cada instrumento era un latido; cada melodía, un acto de afirmación cultural.

La escena se enriqueció con presencias de linaje musical:
Lisandrito Meza, hijo del prodigioso “Chane” Meza y nieto del legendario Lisandro Meza Márquez; y Deyson Jayk, quien honra y continúa el legado de su padre, José Jayk. Cada uno, portador de una herencia que no se hereda dormida, sino despierta, viva, urgente.

Cuando el alba comenzó a insinuarse, iniciamos el camino hacia la finca La Manuela, bautizada en honor a la hija del doctor Nica, quien junto a Nicanor Jr. son sus dos retoños. Allí, la sabana abrió su corazón como un libro sagrado. Los potreros verdes parecían oleajes detenidos, alfombras que cobran vida.
Las reses gordas y los caballos brillantes se movían con la calma de quienes saben que pertenecen a un paisaje eterno. La represa reflejaba el cielo como un espejo de Dios. El canto de grillos y ranas repetía su sinfonía mágica. Las aves de corral y los perros parecían unirse a nuestro encuentro por la tranquilidad con la que nos miraban. Y el viento traía olor a pasto fresco, a tierra bendecida, a vida plena.

Las pasturas en La Manuela no son paisajes: son presencia.Nos miran, nos reconocen, nos abrazan.

Y como todo rito Caribe necesita su pan y su fuego, llegó a la mesa lo que en nuestra región es identidad pura:

Chicharrones crujientes, dorados, casi poéticos; yuca tierna que se deshacía entre los dedos; queso costeño fresco; suero sabanero espeso y vivificante; sancocho trifásico, ese triángulo de sabores, equilibrio perfecto, entre el plátano, el ñame y la yuca, que se unen en una danza de texturas y aromas con las carnes de res, cerdo y gallina, que nos conecta con la tierra, la cultura y nuestra historia gastronómica; bocachico con sabor a ciénaga; ajonjolí, aroma de hogar antiguo; y un jugo de guayaba agria que sabía a infancia, a patio de tierra, a cielo abierto.

Cada bocado era un acto de memoria; cada sabor, un reconocimiento de quienes somos.

En ese ambiente de celebración y raíz, el licor llegó como un cómplice discreto del espíritu.
El Buchanan’s Master, con su aroma ahumado, traía consigo nieblas de Escocia y un susurro de gaitas antiguas; en cambio, la Club Colombia Dorada, fresca y alegre, nos regresaba de inmediato al calor vibrante de nuestra sabana.
Entre ambos se dio un diálogo de sabores, un puente invisible que nos hizo sentir vivos, conectados, bendecidos por la noche.

La parranda, con su música, sus voces, su licor y su hermandad, fue más que un festejo: fue un baile de almas.
Un espacio donde el tiempo se aflojó, donde las preocupaciones se desvanecieron, donde la alegría se volvió un idioma común.

El día avanzaba cuando ocurrió el momento que le dio sentido pleno a la tertulia: el doctor Nica, el hombre celebrado, tomó la palabra y su voz se volvió canto.
Su timbre, añejo y fresco a la vez, como los vinos que envejecen hacia adentro; es decir, volviéndose más exquisitos con sabores y aromas redondos e integradados. Se unió al acordeón de Sammy. Y juntos levantaron un movimiento ancestral que todavía vibra en la memoria. Fue un canto que parecía provenir de la tierra misma.

Y entonces, sin planearlo, sin anunciarlo, ocurrió el milagro sencillo que solo se da en el Caribe: todos nos volvimos cantantes.
Abrazados, hombro con hombro, cantamos como si el canto fuera nuestro idioma natural.
No hubo desafinados ni virtuosos: hubo almas.
Por un instante irrepetible fuimos la misma voz.

Así terminó la tarde en La Manuela: con el sol inclinándose como un músico cansado,
con la música flotando sobre nuestras cabezas, y con el corazón lleno de esa verdad que solo se revela en los territorios donde el tiempo camina al ritmo de los instrumentos y la vida se celebra como un milagro cotidiano.

Al lado de todos, irradiando calidez, estuvo siempre presente Adriana, esposa del doctor Nicanor, multiplicadora de sonrisas y elegancia silenciosa. También su madre Sonia y sus hermanas Beatriz, Katty y Sonia, presencias de dulzura profunda, paz y bondad.
Ellas sostuvieron la alegría del día con la fuerza suave que solo las mujeres de la sabana poseen.

Nica, Leo, Sammy, Eder y Nola: gracias por su amistad.
Gracias por recordarnos que en el Caribe colombiano, y esto lo sabe hasta la brisa, cada acorde es un pedazo de eternidad.

Y así, mientras la noche avanzaba con paso lento y la brisa de Corozal seguía murmurando antiguos secretos de la sabana, comprendimos que aquella parranda no era un festejo aislado sino un círculo sagrado donde la vida, el canto y la amistad se reconocían mutuamente. Allí, en ese rincón de la tierra costeña, entre el aroma del suero fresco, el eco del acordeón, el brillo del licor compartido y la sencillez luminosa de la comida que nace del territorio, algo mayor que nosotros mismos respiró con nosotros.

Porque en el fondo lo que celebramos no fue solo un cumpleaños ni una tertulia: celebramos el misterio de estar vivos, el milagro de encontrarnos, la fortuna de seguir siendo compañía en un mundo que a veces olvida la ternura. Cada brindis fue una plegaria; cada canción, una fogata; cada abrazo, un recordatorio de que la alegría también es un acto de resistencia espiritual.

Y mientras las estrellas parecían acercarse, inclinándose sobre el kiosco como testigos antiguos, entendimos que el Caribe no es solamente un lugar: es un modo de sentir, una forma de agradecer, una manera de mirar el mundo con la certeza de que todo vuelve, el canto, la brisa, los amigos, la memoria, porque todo lo que nace del corazón tiene vocación de eternidad.

Así cerramos el día y la noche, más el día que la siguió: con el alma encendida, con los espíritus en paz y con la conciencia íntima de que la hermandad que tejimos allí seguirá acompañándonos como una música que nunca se apaga, como un canto a la cultura y a la tierra que nos vio nacer, como un río que jamás olvida su camino hacia el mar.
Porque en el Caribe colombiano, el café se toma con historias, el viento susurra melodías y cada acorde es inmortal.

Atentamente,
Ramiro Elías Álvarez Mercado.

Javier Enrique Payares Castro: El canto humilde de Lorica – Biografía Artística

Javier Enrique Payares Castro nació el 25 de febrero de 1964 en Lorica, Córdoba. Aunque su incursión en la composición llegó a una edad poco convencional, su talento y sensibilidad brotaron con fuerza a los 45 años, cuando escribió su primera canción titulada El Humilde, grabada en octubre del año 2021. Inspirado por sus raíces, su gente y la sencillez que lo caracteriza, Javier ha venido construyendo una obra musical cargada de autenticidad.

Su debut como intérprete llegó con Aquí estoy yo, una canción de su propia autoría que refleja su identidad artística y su determinación de dejar huella en el folclor. A la fecha, cuenta con 22 canciones grabadas, algunas de ellas interpretadas por reconocidos artistas como Carlos Correa, Pedro Bravo, Roberto Brun, Jhonni Pacheco «El Canario» Alvaro El Barbaro, quienes han sabido transmitir la esencia de sus letras.

Aunque no ejecuta ningún instrumento musical, su pluma ha sido suficiente para enriquecer el repertorio vallenato. Su mayor referente es el maestro Farid Ortiz, a quien admira profundamente por su estilo y entrega al folclor.

Con la firme convicción de seguir componiendo, Javier Enrique Payares Castro continúa su camino con humildad y pasión. Su mensaje para los cantantes y compositores es claro y esperanzador: “Sigan haciendo cosas lindas que embellezcan nuestro folclor”.

Gregorio Javier Gutiérrez Tocora, es el nuevo Rey Vallenato Aficionado 2025

En una final llena de emociones, Gregorio Javier Gutiérrez Tocora, logró quedarse con la corona, de Rey Vallenato de Aficionado del 58 Festival de la Leyenda Vallenata, quien se quedó con el título tras una destacada presentación sobre la tarima ‘Colacho’ Mendoza del Parque de la Leyenda Vallenata ‘Consuelo Araujonoguera’.

“Gracias a Dios y a toda la gente que me apoyó, gracias infinitas. A mi madre que está en el cielo, sé que también es un sueño para ella. Y sé que todo se logra con disciplina. Tenía 8 años de estar participando en las categorías juvenil y aficionado y hoy me llevo mi primera corona”, fueron las primeras palabras de Gregorio Javier, el joven de 28 años, natural de Riohacha, La Guajira, tras quedarse con el triunfo.

El nuevo Rey Aficionado estuvo acompañado en la caja por José Cubillos y en la guacharaca por Luis Gabriel Acosta, e interpretó el paseo ‘Morenita’, de Leandro Díaz, el merengue ‘El Corregido’ de Calixto Ochoa, la puya ‘Con Dios y la Virgen’, de su autoría, y el son ‘Marisela’, de Luis Enrique Martínez.
El segundo lugar quedó en manos del acordeonero Juan Sebastián López y el tercer lugar fue para Juan Miguel Martínez.

La gran final, que se celebró ante un público masivo y entusiasta, reunió a los cinco finalistas del concurso de acordeón aficionado: David de Jesús Cañas Rojas, Gregorio Javier Gutiérrez Tocora, Juan Sebastián López Pereira, Juan Miguel Martínez Figueroa y Edwin Rafael Medina Orozco. Cada uno de ellos demostró su destreza interpretando los cuatro aires del vallenato tradicional: paseo, merengue, son y puya.

Feliz cumpleaños maestro Sergio Moya Molina

Hoy celebramos el cumpleaños número 84 del gran compositor vallenato Sergio Moya Molina, quien se mantiene con una mente lúcida, despierta, llena de alegría y con una inspiración inagotable para seguir deleitando al público con sus inolvidables éxitos musicales.
Canciones como La Celosa, Lejanía, El Tiempo, entre muchas otras, han marcado la historia y enriquecido el panorama musical de nuestro querido vallenato.

Desde Estampas Vallenatas, le enviamos un saludo lleno de admiración y cariño, deseándole un feliz cumpleaños y muchos años más de vida e inspiración.

El Maestro Mauro Milián, enseña a los acordeoneros que competirán y triunfarán en los festivales de la región Caribe.

No solo en Valledupar podemos encontrar una academia de música vallenata como la del maestro Andrés el Turco Gil, en el municipio de San Juan del Cesar Departamento de la Guajira, también contamos con la Fundación Escuela de Acordeones “MAURO MILLIAN”, creada hace 23 años por El Maestro del acordeón Mauro Milián, allí se preparan los futuros acordeoneros que competirán y triunfarán en los festivales de la región Caribe como, el Festival Vallenato en Valledupar, el Cuna de Acordeones en Villanueva,  de compositores en San Juan del Cesar, del Retorno en Fonseca, Folclórico y Cultural de Los Laureles en Distracción, Nacional del Carbón en Barrancas, Francisco el Hombre en Riohacha, Suena un Acordeón en Maicao, Flores y calagualas en Urumita, del Fique en la Junta, de la agricultura en Cañaverales, tierra de compositores en Patillal, Mi Pedazo de Acordeón en el Paso, de Voces y Canciones en la Paz y el de Música Vallenata en Guitarra en Codazzi, el maestro Milián, actualmente tiene un grupo de 20 estudiantes en edades que oscilan de 2 hasta los 20 años, los jóvenes se inscriben y asisten dos (2) Veces por semana, en la casa de la cultura en San Juan del Cesar, departamento de la Guajira, los cuales han iniciado un curso de aprendizaje para el manejo del acordeón, ese instrumento mágico que fue inventado por los Alemanes en 1829 y que llego al puerto de Riohacha Guajira, para que muchos juglares costeños pudieran llevar la alegría, entusiasmo y diversión a los diferentes hogares del Cesar y la Guajira, donde los llamaban para animar las fiestas patronales y familiares entre ellos podemos mencionar a, Francisco Moscote, apodado “Francisco el Hombre”, Nandito el Cubano, Emiliano Zuleta Baquero, Chico Bolaños, Luis Pitre, Alejandro Duran, Toño Salas, Luis Enrique Martínez, Chema Gómez, Juancho Polo, Abel Antonio Villa y Lorenzo Morales entre otros aprendieran a ejecutar el acordeón y se convirtieran en leyenda del folclor vallenato.

Actualmente están estudiando en la Fundación los siguientes jóvenes, Daliver Alfredo Benjumea, Arleth Valentina Jaraba, Nick Esteban Daza, Mathias David Bolaño, Jhaser Fragozo, Erick Loperena, Jesús Daniel Benjumea, Lucas Fragozo, Elieth Teran Giraldo, Carlos Teran Giraldo, Patricia Mercedes Teran, Danna Valentina Morales, Rafael Martínez Mendoza, Alcides Rafael Benjumea, Sara Sofia Daza M, Nelson José Montero, Elimar Diaz Fuentes, Franklin Yesith Nuñez, Dalma Yanina Peñaranda y Ferney Alberto Arias.

Estos jóvenes están aprendiendo a ejecutar los cuatro Ritmos o Aires que se conocen dentro del género musical Vallenato que son: Merengue, Paseo, Puya y Son; la metodología que usa el Maestro Mauro es la misma que él aprendió como autodidacta que es la Empírica, Mauro aprendió a ejecutar el acordeón de dos teclas con su padre el acordeonero Néstor Rufino Milián, el cual más tarde en vista de que este niño aprendía con facilidad decide comprarle un acordeón de 3 teclas, Mauro Milián ha grabado 4 Discos compactos con los siguientes Cantantes: Alexander Oñate, Carlos Bebeto Crespo, Reinaldo el papi Díaz y Diógenes Jalaff y ha ganado el primer puesto como acordeonero aficionado en la Mayoría de los Festivales que se celebran en la Guajira, como el Festival Cuna de acordeones categoría profesional en 1985, el Festival del Retorno en Fonseca, Festival del Carbón en Barrancas, Festival de los Laureles en Distracción, Festival del Fique en la junta entre otros, además este maestro del acordeón ha incursionado en el género de la composición ya que le han grabado más de 12 canciones, los conjuntos de: Alexander Oñate, José Ángel vega, Diógenes Jalaff, Chono Gómez, Javier Castro y Arismaldi Loperena.

Decimos que San Juan del Cesar es semillero de acordeoneros porque en este municipio han nacido muchos baluartes del acordeón vallenato como: Juancho Rois, Nicolás Colacho Mendoza, Franco Argüelles, Heriberto Bermúdez, Mauro Milián, José Manuel Díaz, Emerson Plata, Ronald Urbina, Afy Urbina, Andrés Mendoza, Mauro Milián Junior, Marciano Martínez, Fellin Gámez, Jhony Gámez, Memo Rois, Chamy Mendoza entre otros.

Por eso en horas de la mañana, en la tarde o por la noche no se le haga extraño escuchar en la tarima Juancho Rois de la Plaza Santander, Plaza Bolívar, Parque las Delicias, de la Escuela Normal Superior o en cualquier barrio, corregimiento o centro poblado de San Juan del Cesar a un puñado de jóvenes acordeoneros (as) como, Mauro Milián Junior, Andrés Camilo Rois,  Juan Esteban Daza, Manuel David Fragozo, Kleider Guerra, Enrique Arturo Gámez, Jesús Miguel Cabana, Jesús Miguel Gámez, Miguel Rene Díaz, El Piti Cuello; Eduis Helí Loperena Vega, Arismaldi Loperena, Luis Felipe Guerra Díaz, Héctor Adaníes Mendoza, Juan Diego García Jaramillo, Carlos Mario Gutiérrez, Pamela Andrea Daza, Hernando José Amaya, Ricardo Javier Orozco, William José Jiménez, Andrea Carolina Daza, Gonzalo Miguel Calderón, José Mario Muñoz, Gustavo Andrés Guerra, Ricardo Andrés Brieva, Luis Bernardo Fernández, Yager Rafael Oñate, Gabriel Ricardo García, Luis Miguel Jiménez, Eliecer Enrique Aragón, Víctor Rafael Cuello, Rafael Fabián Suarez, Roider Péñate y María Camila Jiménez,  interpretando diferentes aires musicales y temas como: la vida, Luna Sanjuanera, Perro sinvergüenza, Era como Yo, Soy amigo, Listo pa’ la Foto, Que no se enteren, la Vallenata, Te regalo mis triunfos, Sanjuanerita, Una aventura más, Realízame mis sueños, Tú eres la reina, Gano el folclor, Aquí están tus canciones, sin ella me muero, Canta Conmigo, El nobel del Amor, El Mocoso, No pasara lo mismo, Decidí cambiar, Bandolera, La Gemela, El Más Fuerte,  Como aquel pajarito, Tiempos de gloria, Gaviota Herida, la que prueba lleva, Así Fue Mi Querer, Por Qué Razón, Que Bonita ni que Na´, Vuelve, vuelve, Tu, La Juntera, Historia de mis cantos, Lo que no hago yo, La rompecorazones, Sin saber que me espera, Amor de mi juventud, el ángel bohemio, Los Maestros, Mi verdadero amor, La Leona, Sopa y Seco, La disputa, Traigo una lágrima, Añoranzas de mi pueblo, Un amor tan grande, quise fantasear y Por jugar al amor.