«Un pintor pinta sus cuadros sobre lienzos. Pero los músicos pintan sus cuadros en el silencio»: Leopold Anthony Stokwski (músico y director de orquesta británico).
Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado
La música es una de las más apasionantes disciplinas artísticas a las que puede dedicarse el ser humano. La misteriosa esencia de su lenguaje o el reconfortante arrullo de su eco sonoro son algunas de las innumerables causas que nos lleva a reflexionar acerca de ella y su enigma, con la cual conseguimos muchas veces que la mente se despeje de inmediato y le demos rienda suelta a la imaginación.
La motivación es el valor que se le otorga a una actividad la cual queremos realizar; cuyo vocablo proviene del latín «motio» que significa movimiento; es decir, que es el impulso que cada uno de nosotros siente para alcanzar aquello que anhelamos. Precisamente esto fue lo que llevó a Leopoldo Durán Quiroz a convertirse en un destacado compositor de la música vallenata. Este humilde varón más conocido en el mundo artístico vallenato como «Leo Durán» nació en Tamalameque: un pueblo de historias, leyendas y culturas, que encierra un universo mágico enclavado en la margen derecha del río Magdalena y perteneciente al departamento del Cesar, el día sábado 3 de febrero de 1962. Hijo de Armando Durán Castilla y Dionisia Quiroz Crespo.
Hablar de Leo, es hablar de esos compositores invisibles pero invencibles que hay en la música vallenata. «Invisibles» porque muchas veces a pesar de lo buena y lo exitosa de sus obras musicales son poco reconocidos e «invencibles» porque le tocó una vida muy difícil ya que tuvo que levantarse sin sus padres quienes lamentablemente fallecieron siendo él un infante de escasos 3 años de edad y por ello, fue criado por su abuelos maternos: Margarita Crespo y Remigio Quiroz, en el corregimiento de Santa Teresa, perteneciente al municipio Regidor, en el sur del departamento de Bolívar; fueron ellos los encargados de inculcarle buenos valores y convertirlo en un hombre responsable y de bien.
Durán Quiroz a pesar de la falta de sus padres fue un niño que se volvió fuerte y creció con un caparazón que lo protegió y lo convirtió en un hombre batallador. Su vena artística es heredada por parte de los Quiroz, su abuelo Remigio era tamborero y sus tías cantaoras y bailadoras de bullerengue, la música fue un bálsamo que le dio alivio a su sufrida infancia. Él presentía que tanto sufrimiento sería recompensado en la vida y fue así como se enamoró de la música vallenata escuchando y cantando todas esas canciones clásicas por las polvorientas calles del pueblo Santa Teresa, terruño por el que siente un amor y una gratitud inmensa, seducido por esos bucólicos y majestuosos paisajes, donde la conexión con la flora y fauna es una manera de afianzar el contacto con la naturaleza. Dejándose impresionar por su belleza y sentirse parte de ese mundo maravilloso formados por la ribera del río Magdalena y el Brazo de Papayal que cruzan parte de esos exóticos territorios; esas canciones repletas de poesía y costumbrismo borraban de su rostro la tristeza y la melancolía de su sufrida infancia.
Leo tuvo el carácter para convertir un remolino de tristezas en un mar de felicidad y todo esto se lo debe a su arte musical. Poco a poco fue desarrollando el gusto por hilvanar versos y crear melodías inclinándose por las canciones y el estilo musical del gran Hernando José Marín Lacouture, maestro al que siguió, admiró y respetó. Ese hecho de plasmar en letras y ponerle melodías a los aconteceres diarios que vivía y le llegaban a su imaginación era una forma de desahogarse y darle rienda suelta a ese sentimiento que llevaba por dentro, fue clave para que en el año 1987 le llevaran a la grabación su primera canción titulada ‘Soy Parrandero’, interpretada por Patrick Díaz y Lucky Sarmiento en un trabajo discográfico titulado ‘Mundo de Amor’; luego, en el año 1988 tuvo la dicha que el dos veces Rey Vallenato de San Juan de Nepomuceno (Bolívar), Julio César Rojas Buendía, con la voz de Miguel Herrera le grabaran la canción titulada ‘Que mal me pagas’, en el trabajo discográfico titulado ‘La pareja ideal’. Y así comienza escribirse la historia de un compositor luchador que supo ir convirtiendo la adversidad en dicha y prosperidad.
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