José Tapia: El Eterno Guacharaquero de Alejandro Durán

Por: Ramiro Álvarez Mercado.

«La música es un arma de paz, su belleza y emotividad son capaces de desarmar aún el corazón más duro»: ( William Congreve dramaturgo y poeta inglés).

La relación entre los artistas con sus instrumentos en el arte musical, es algo único, porque los músicos tienen la capacidad de experimentar momentos emotivos y expresar sus sentimientos en gran parte gracias a sus amores inanimados, que la mayoría de las veces recobran vida cuando son interpretados de manera magistral y fue justo el caso de José Manuel Tapia Fontalvo, el eterno guacharaquero del maestro Alejandro Durán Díaz, quien siempre tuvo amores con su ideófono de fricción.
José Tapia nació un 13 de noviembre del año 1934 en un corregimiento llamado Las Palmas, municipio de San Jacinto (Bolívar). Este varón sencillo, humilde y de un corazón muy noble, incursionó a muy temprana edad en las lides musicales, siempre ejecutando la guacharaca y haciendo los coros pertinentes.

Hoy en día es recurrente observar, como los créditos al interior de una agrupación musical, recaen en el vocalista, y vemos músicos de gran talento, como se les relega, como si no formasen parte de un elenco y solamente el cantante o el acordeonista, son quienes merecen elogios.

En el año 1957 Tapia Fontalvo fue invitado por Alejandro Durán para que lo acompañase durante una presentación en el Municipio de Sahagún (Córdoba), dado que su guacharaquero titular se había enfermado. Fue esta la coyuntura que se presentó, y al observar el maestro la habilidad y la destreza del invitado, al igual que unos coros altos y afinados, se produjo una empatía, que condujo a este par de artistas a integrarse hasta que la muerte se encargó de separarlos.
Si algo distinguió a esta dupla musical, fue esa mística, entrega y entendimiento que los caracterizó, todo el tiempo que anduvieron juntos. Las canciones brotadas de las vivencias del maestro Alejo, tenían su complemento en su guacharaquero , el cual con su entusiasmo y alegría, ponía la nota picante y el sabor en todo lugar donde llegaban.

Tras el triunfo obtenido en Valledupar en el año 1968, Alejo y José Tapia, más Pablo López en la Caja, fueron escogidos para ir a México, a representar a Colombia en la parte musical, durante los Juegos Olímpicos, donde obtuvieron la medalla de oro, como los mejores exponentes del folclor, derrotando a representantes de muchísimos países y poniendo en la cúspide el nombre y la música colombiana.

Más adelante, y en virtud al reconocimiento obtenido, fueron invitados a New York para presentarse en el Mádison Square Garden, donde se dieron a conocer internacionalmente, con una apoteósica demostración.
Muchos años después, en abril de 1987, durante la celebración del primer concurso “Rey de Reyes”, en Valledupar, donde Alejo Durán llegó con el rótulo de favorito, en asocio de su eterno y fiel amigo José Tapia, ante el asombro del público que los tenía como sus preferidos, por la grandeza y admiración a su pureza vernácula, por un pequeño error de desafinación en una nota, Alejo le solicitó al Jurado públicamente que fuesen descalificados.

José Manuel Tapia Fontalvo, fue todo un artista de la música vallenata, que vivió siempre orgulloso de ser el fiel escudero de quien él consideraba el más grande juglar de la música folclórica del Caribe colombiano. Por ello, conservó durante toda su vida, como su tesoro más preciado, un álbum fotográfico, con las imágenes de su fiel y admirado, amigo y maestro, captadas en diferentes momentos artísticos y personales, pues cada una le recordaba anécdotas e historias simpáticas, muchas de ellas que se volvieron canciones.

José Tapia nunca rehusó acompañar a su maestro inseparable en sus innumerables presentaciones, a excepción de una, la del 11 de Noviembre de 1989, cuando fue invitado como jurado en el Festival de Acordeoneros y Compositores en Chinú (Córdoba), pero que ante su presencia y la petición del público de verlo tocando el maestro no pudo negarse , evento este que marcaría el final dela existencia del gran Alejo.

José Manuel asumió como suya la recomendación que días antes le había hecho el médico Omar González Anaya (amigo de Alejo) de mantenerse en absoluto reposo debido a su delicado estado de salud; lamentablemente el maestro Alejo hizo caso omiso a la recomendación y le dijo » amigo mío, usted sabe que el toro bravo muere en el ruedo», siendo vanas las súplicas de su guacharaquero y amigo para que permaneciera en casa.
Este gran hombre y leal amigo, hasta el día que condujo el féretro del gran Alejo Durán, hasta su última morada, fue quien portó su acordeón.

Sin duda alguna Tapia Fontalvo a parte de ser un gran amigo, compañero y aliado para el gran Juglar Alejandro Durán, fue el guacharaquero que desde su primer toque con este ícono de la música vallenata, dejó constancia que llegó al conjunto para hacer parte de la historia del primer Rey Vallenato. Fue ese escudero que de manera silenciosa se robó al lado del «Negro Grande del Acordeón» un protagonismo por la forma magistral y diferente como interpretaba y entendía las melodías celestiales que brotaban del instrumento bendito del «Negro» Durán.
En esta época, cuando los lazos de hermandad y amistad se han tornado efímeros y frágiles, debemos resaltar en José Manuel Tapia Fontalvo, como un gran ejemplo de fidelidad, respeto, admiración, lealtad y compañerismo, que tuvo para quien le brindó la oportunidad de ser su «eterno guacharaquero y compañero inseparable».
El 22 de febrero del año 2018 la guacharaca de José Tapia dejó de sonar y se fue al encuentro con su gran amigo y maestro Alejo Durán donde estarán haciendo una nueva pareja musical deleitando al Dios de los cielos con su maravillosa música. Y es que muchas veces no solo se va el músico … con su música, también se va la persona que ha sabido transcribir tus pensamientos y sentimientos más profundos.

LEONARDO GAMARRA ROMERO:«El poeta del porro sabanero»

«Todo el universo tiene ritmo. Todo baila»: Maya Angelou ( poeta, escritora, cantante y activista estadounidense).

Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado.

Por medio de la música se han plasmado muchas ideas, sentimientos e ideologías que nacen de las formas de vida de un pueblo, por lo que a través de ella podemos conocer, admirar, valorar y respetar la diversidad cultural a la que hoy tenemos acceso.

Los expertos en música sostienen que «es innegable que la música y la palabra comparte algunas formas de organización y expresión, porque estos dos medios de comunicación tienen en común el ritmo, la entonación, la dinámica, que se encuentran tanto en el discurso oral, como en el discurso musical».

Una de esas expresiones musicales que hacen parte de la identidad y la cultura de un pueblo es «El Porro Sabanero» que es sinónimo de fiesta, alegría, diversión, que se mueve con su ritmo estético, cadencioso y fiestero que invade el ambiente, es una emoción que causa sensación de satisfacción y gozo experimentada sobre todo por los moradores de la gran Sabana, ubicada en la costa norte colombiana, comprendida por los departamentos de Córdoba, Sucre y gran parte de Bolivar.

Y es precisamente en uno de estos exóticos lugares, donde el martes 18 de julio del año 1940 en un hermoso día lluvioso en la sabana sucreña llegó a este mundo terrenal Leonardo Gamarra Romero, con más precisión en Sincé (Sucre), exactamente en el barrio Palacio, en el hogar conformado por Miguel Enrique Gamarra Escudero y Sara Romero Atencia: él un campesino que negociaba con productos agrícolas y compra y venta de ganado, ella una costurera y ama de casa.

Sus primeros años los vivió frente a la Casa de la Cultura de su natal Sincé, en el hogar de sus abuelos maternos Enrique Romero y Lorenza Atencia. Años más tarde a raíz de un problema de salud que aquejaba a su señora madre y por recomendaciones médicas deciden trasladarse a un sitio con más aire libre y es cuando se radican en una finca de su tía Filomena Romero, donde transcurrieron siete años de su vida y es ahí donde el pequeño Leonardo tiene contacto directo con la naturaleza y pudo apreciar en todo su esplendor sus colores, sabores, sonidos, olores y sobre todo esos aromas que se desprenden del aceite que cubre los árboles mediante la lluvia al caer sobre el suelo seco denominado por los científicos como «petricor» o simplemente olor a tierra mojada.

Todos estos fenómenos naturales, sumados al gusto por la música de su progenitor quien era un ferviente seguidor de las canciones de Carlos Gardel y Agustín Lara y en las noches de luna clara las cantaba. Leonardo, sentado en su regazo, se extasiaba con esas letras y melodías maravillosas, algo que se quedó grabado en su memoria para siempre y fue parte fundamental, una base sólida para que él se inclinara por el arte musical.

Su familia se trasladó nuevamente para Sincé y fue cuando él tuvo contacto directo con agrupaciones y bandas musicales de la región como «Los Diablos del ritmo» que llegaban al pueblo y amenizaban matrimonios, cumpleaños, fiestas populares, ‘bailes de salón’, hechos que motivaban y entusiasmaban al pequeño Leonardo quien se paraba junto a la orquesta varias horas encantado por esos sonidos mágicos que salían de los instrumentos que para él era algo desconocido.

Después de cursar sus estudios primarios en el colegio del profesor Luis Gabriel Meza en su Sincé del alma, recibe una beca para estudiar en la Escuela Industrial Juan Federico Hollman de El Carmen de Bolivar donde cursó hasta cuarto de bachillerato (lo que en la actualidad es noveno grado). Y es ahí donde empieza a crear sus primeras obras musicales, hermosas composiciones de corte costumbrista, pero con un toque poético donde narraba vivencias, conquistas amorosas y también desamores que eran como explosiones del alma, las cuales era interpretadas por grupos musicales conformados con sus compañeros de estudios, para alegrar las presentaciones del colegio y también los fines de semana.

Gamarra Romero se fue puliendo poco a poco en el arte de componer y se convirtió en un compositor genuino del acervo popular que se encaminó a poner en circulación su música de hondo calado folclórico.
Años más tarde, a principios de la década del sesenta, se trasladó a la ciudad de Barranquilla con el fin de laborar, pero sin dejar de lado su amor por la música y su naciente carrera como compositor. Es precisamente en la arenosa donde conoce a Jimmy Salcedo y Víctor Gutiérrez quienes tenían la banda musical Be-Bops que le grabaron su primer tema de corte tropical titulado ‘Palma de coco’, una pieza que alcanzó gran éxito en Colombia y España. Él sigue dándose a conocer y consigue que la Sonora Sensación le grabe el tema ‘Lina’.

Leonardo Gamarra se va consolidando día tras día como buen compositor y se convierte en un poeta consumado del porro sabanero: aire musical al que le dio un toque poético y distintivo, es como un pintor que con pincel en mano pinta las más bellas imágenes del entorno que lo rodea en su diario vivir, siendo las mujeres fuente de su inspiración, acompañadas de unas dulces, sublimes, celestiales y arrulladoras melodías, magistralmente hilvanadas con letras de un altísimo contenido filosófico, poético y literario que convierten su cotidianidad en un elixir de vida.

A principios de la década de los setenta se va de Barranquilla y llega a la ‘Perla de la Sabana’: la ciudad de Sincelejo, donde sigue su ascendente carrera creativa y compone canciones con temáticas propias de su cultura sabanera como: las fiestas en corralejas y sus personajes: garrocheros, manteros, toros bravos entre otros. y es cuando surge el porro titulado ‘Con la garrocha en la mano’ uno de sus grandes éxitos grabada por la orquesta del maestro Pello Torres un homenaje al garrochero Manuel Rodríguez y posteriormente por la banda San Rafael de Chinú e interpretada por la mayoría de las bandas musicales de la sabana en cuanto evento cultural y musical se realiza en esa bellísima tierra. La fructífera carrera artística del maestro ‘Leo’, como cariñosamente lo llaman, continúa y para esa misma época le graban otros temas, como: ‘Caña y bejuco’,’Clarinetero’, el bolero ‘Sinceanita’, ‘Ecos de la montaña o (Ana María)’, entre otras.

Los temas ‘Imágenes’ y ‘Caribe triste’ son la muestra de cómo se pueden componer porros con una temática universal repletos de contenidos poéticos y filosóficos tan profundos que son dignos de admiración, aplausos y de los más grandes elogios.

En ‘El Centauro’ cuenta la historia de un legendario garrochero de las sabanas del gran Bolívar de nombre Luis Felipe Quintero Jaraba, famoso por sus faenas en el ambiente corralejero; ‘El Barroso pineano’ relata la historia de un toro bravo muy respetado en las corralejas de la región de la ganadería del señor Narciso Pineda, pero no podía dejar de lado su terruño y compone el fandango titulado ‘Sincé encantador’, un bellísimo reconocimiento a la tierra que lo vio nacer, la calidez de su gente, la belleza de sus mujeres, sus paisajes y sitios emblemáticos, las fiestas patronales y la tranquilidad que respira al caminar por sus calles, pieza musical que se convirtió en un himno para los sinceanos. Otras obras conocidas del maestro Leonardo que hacen parte de su cancionero son: ‘Buscando el sol’, ‘El Cusuba’, ‘La hija del sol’, ‘Llegó el carnaval’, ‘Ojos de fuego’, ‘Alma sabanera’, ‘Adelaida’, ‘Amor corralejero’, ‘Bello cuento’, ‘Orquídea salvaje’, ‘Jinete del tiempo’, entre muchas más. Tiene un promedio de 80 canciones grabadas y más o menos 100 que permanecen inéditas, las cuales hacen parte de su extenso repertorio.

Es fascinante escuchar las canciones que han sido grabadas por distintas orquestas y bandas musicales del gran maestro Leo, pero es más fascinante escucharlas en su propia voz a las que les imprime un sentimiento único algo que lo convierte en un cantautor acompañado de una guitarra, son interpretaciones sencillas en obra negra y al natural, pero tienen la grandeza que solo lo podría explicar esa magia que encierran los buenos compositores, nobles, elementales y espontáneos.

El aporte musical del maestro Leonardo Gamarra Romero a nivel nacional y sobre todo a la Región del Caribe colombiano es de una gran valía y calidad debido a la versatilidad de su genio creador que le permite componer con la misma facilidad un porro, una cumbia, un bolero, un pasaje, una salsa, un paseo vallenato y hasta un guaguancó. Hoy siendo un octogenario, vive tranquilamente en su parcela llamada «Las Vegas» ubicada cerca al caserío de San Luis jurisdicción del municipio de Galeras (Sucre) rodeado de la naturaleza, donde recibe la visita regular de sus siete hijos y 23 nietos.
Ante este genio de la composición me pongo de hinojos y solo me resta pedirle al creador que nos lo tenga por muchos años más, porque los seres como él son capaces de conmoverse con las vivencias propias o de otras personas y utilizarlas como fuente de inspiración, para que nos siga deleitando con el manantial cristalino de su talento.

«El Poeta y El Río Que Muere»: una canción de corte ecológico para recapacitar.

«La naturaleza no hace nada incompleto ni nada en vano»: Aristóteles ( filósofo griego ).

Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado.

Cada 5 de junio, en todo el mundo se celebra el día del Medio Ambiente . No obstante, esta es una fecha que deberíamos celebrar a diario. Una buena forma de hacerlo es inculcarle a nuestros pequeños la importancia de cuidar la naturaleza y el entorno que nos rodea.
En ecología hay varias formas que nos ayudan a concientizarnos sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Una de ellas es a través de las canciones como lo hace el abogado y compositor de música vallenata Dr. Ignacio Cantillo Vázquez en su más reciente composición titulada «El Poeta Y El Río Que Muere», un maravilloso y a la vez triste relato sobre la situación del otrora majestuoso río Cesar, cuya inspiración es un grito de auxilio para concientizar a sus paisanos, pobladores y turistas del cuidado, la protección y tratar con buenas obras de recuperar ese recorrido y caudal de agua dulce y volverlo a tener como el imponente y cristalino río que fue. Este bellísimo paseo vallenato con una melodía nostálgica, sentida y evocadora, más que una canción es una conversación entre el autor y el agonizante río Cesar, en donde uno pregunta y el otro contesta lo que está viviendo por culpa de la irresponsabilidad de nosotros los humanos.
Con esta diciente letra Cantillo Vázquez nos quiere dar a entender que enseñar a cuidar el medio ambiente, es enseñar a valorar la vida y que mejor manera de transmitir ese pedagógico mensaje que a través de la portentosa voz de Ivo Díaz y el acordeón del Rey de Reyes Almes Granados, binomio musical que se ha convertido en los mejores portadores de las inspiraciones de Ignacio Cantillo.

Diomedes Díaz Maestre: El cantautor de las multitudes

«La música es la literatura del corazón, que comienza donde terminan las palabras»._ Alphonse de Lamartime (compositor, poeta e historiador francés).

Por: *Ramiro Elías Álvarez Mercado*

Pocas cosas son tan precisas como la interpretación de una obra musical por un buen cantante.Vocalización exacta y rigurosa que dan lugar a un agradable canto que suele llegar directamente al alma.La música tiene todo tipo de efectos en el ser humano: nos alegra, nos entristece, nos activa, nos hace bailar, nos emociona, ha acompañado a la humanidad desde sus primeros días, cuando aprendimos a utilizar sonidos y cánticos para comunicarnos entre nosotros o con las fuerzas superiores que regían nuestras vidas y que han evolucionado según lo hacía la sociedad.Las voces humanas poseen un timbre que permite distinguirlas entre sí y además poder identificar a la persona que la emite, ya sea al cantar o al hablar.

Una de esas voces privilegiadas para el canto vallenato fue la de Diomedes Díaz Maestre, quien le abrió los ojos a este mundo terrenal una alegre, festiva, radiante y fresca mañana invernal del domingo 26 de mayo de 1957, en el corregimiento de La Junta sur del departamento de La Guajira, más exactamente en las agrestes tierras de una finca llamada «Carrizal». Hijo mayor de la familia conformada por Rafael María Díaz Cataño y Elvira Maestre Hinojosa. En un hogar de campesinos humildes, nobles, trabajadores y de sanas costumbres se fue levantando este pequeño niño que con el correr del tiempo se convertiría en uno de los más grandes artistas de la música vallenata. Diomedes cuyo nombre en la mitología griega significa » *Pensamiento de Zeus*» quien fue uno de los héroes griegos más famosos al combatir en la guerra de Troya, y uno de los guerreros más poderosos en La Ilíada de Homero. Al igual que su homónimo de la mitología, Diomedes Díaz desde muy temprana edad fue un guerrero de la vida que luchó contra todo y de esa lucha constante le brotó su inclinación musical que proviene, según dicen algunos investigadores, de Luis Gregorio Maestre Acosta pariente cercano de su progenitora Elvira Maestre el cual se caracterizó por ser un gran decimero y a pesar de no haber tenido estudios, las componía y recitaba magistralmente. La cercanía con su tío Martín Maestre, acordeonista y compositor fue parte fundamental en su naciente carrera musical.Sus primeros años los vivió como cualquier niño campesino de la zona, colmada de experiencias fantásticas, contacto directo con la naturaleza, animales de corral como: vacas, chivos, caballos, cerdos, burros, muchos de estos criados por sus padres, cultivando la tierra de pancoger (yuca, plátano, malanga, maíz) que hacían parte de las viandas que servían en su mesa y que también comercializaban y era parte esencial del sustento de su familia, todo esto sumado al canto de las aves silvestres, el correr y el sonido del agua de los riachuelos, las fragancias de las flores y verdes hojas de los árboles, el olor al café matutino. Toda esa constelación de múltiples y variados olores, sonidos y paisajes fueron desarollando en él una visión del mundo muy particular, mágico y surrealista que luego plasmaría en sus canciones, ya que no solo cantaba, sino que también componía algo que lo convirtió en el _»cantautor de las multitudes»_.

El Cacique de La Junta como se le conocía en el ámbito musical, fue desde sus inicios una persona dotada de un talento histriónico que deslumbraba en cualquier escenario, donde su figura era casi que venerada por miles de seguidores en razón a esa voz e interpretación prodigiosa que le daba a las canciones, secundado por el carisma arrollador que poseía; era un ser capaz de ejercer una presencia magnética sobre las personas, que sin proponérselo captaba la atención de los demás que disfrutaban y se deleitaban de su compañía en el escenario. Su voz, carisma y comportamiento iban a tono con sus costumbres y la de su fanaticada que lo disfrutó y ovacionó en todo su esplendor, su personalidad de hombre extrovertido, lleno de impulsos, con un aura brillante y resplandeciente, cercano a su pueblo, querendón con las mujeres y amigo de la parranda fueron elementos fundamentales para su formación musical. El carisma no se comercia, más bien se construye y un artista carismático como el «Cantor Campesino» es un purificador de incentivos externos e internos que se inquieta ante lo auténtico, que no intenta ser distinto sino que se diferencia simplemente por ser quien es, sin grandes alardes, ni aspavientos, sencillamente a través de su mera presencia.Para Diomedes la música era como una revelación mayor, las inspiraciones le llegaban cuando más aislado estaba en el espacio y en el tiempo.Ese talento innato de El Cacique doblado de una inteligencia escénica y natural, que le permitía ocupar todo el escenario él sólo, le facilitaba desencuevar en cada canción el espíritu que se escondía detrás de cada palabra.No basta con tener la mejor voz para entonar una canción, hay que sentirla vivirla y apropiarse del mensaje de la misma para poder transmitirla y llegar al corazón de los que la escuchan, siendo esta una de las ventajas del hijo de la señora Elvira que sin tener la mejor voz, como otros de sus colegas, si interpretaba con mucha suficiencia sus propias canciones y cuando lo hacía con creaciones musicales de otros compositores lo logró con mucha altura y calidad, porque sabía imprimir en su voz un dejo tan especial y repleto de sentimiento; es decir, tenía la capacidad de sentir la canción como propia y transmitir magistralmente el mensaje expresado por el autor: era como un actor cuando encarna un personaje.Diomedes Díaz Maestre era un artista nato que dio rienda suelta a su talento y provocó sentimientos y emociones positivas, sus seguidores escucharán sus canciones por siempre una y otra vez y casi que instantáneamente traerán de vuelta todas las emociones, alegrías y recuerdos de momentos vividos a lo largo de los años, porque su legado musical nos ofrece un escape de la realidad, nos hace viajar a otros mundos a través de sus canciones, nos inspira con sus letras y nos conecta con nuestras emociones de un modo muy profundo. Él pudo exteriorizar su habilidad a través del arte musical y potenció todo su talento artístico con el cual llegó a un multitudinario público que lo aclamará por siempre porque las canciones de su ídolo hacen parte de la banda sonora de sus vidas.

TERTULIA VALLENATA: un grupo de WhatsApp que lucha por la preservación de la música vallenata.

«Mis influencias, sobre todo en Colombia, son extraliterarias. Creo que más que cualquier otro libro, lo que más me abrió los ojos fue la música, los cantos vallenatos. Te estoy hablando de hace muchos años, cuando el vallenato apenas era conocido en un rincón del Magdalena. Me llamaba la atención la forma como ellos contaban, como se relataba un hecho, una historia, con mucha naturalidad. Esos vallenatos narraban como mi abuela.»

«Entrevista a Gabriel García Márquez. El viaje a la semilla».
El Manifiesto, septiembre y octubre de 1977.

Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado

No cabe ninguna duda de que el primer paso para marcar una diferencia y ver resultados que tengan un impacto significativo es trabajar en grupo. Pero no siempre es fácil alinear a todos los integrantes de un equipo, en particular si viven en lugares distintos.
Direccionar (en el mejor sentido de las palabras) un grupo de personas en pro del rescate y la preservación de algo intangible como son las expresiones musicales de una región no es una tarea para nada fácil. De hecho para llevarlo a cabo se necesita contar con un líder dedicado y apasionado por el tema, que motive e incentive a los demás, particularmente durante los momentos más difíciles.
Uno de esos líderes invisibles, pero invencibles que trabajan con ahínco por preservar la música vallenata es el jóven sabanero Éder Miguel Jiménez Arrieta, nacido exactamente en La Unión (Sucre) y radicado en su capital, «La Perla de La Sabana, la ciudad de Sincelejo, quien el día 17 de mayo del año 2020 creó un grupo de WhatsApp al que bautizó con el nombre de » TERTULIA VALLENATA», esto con el fin de poner un granito de arena en la edificación de esta torre inmensa que se llama «música vallenata».

Este maravilloso grupo al cual tengo el grato placer de pertenecer, más que un grupo nos hemos convertido en una familia, donde cada día son más estrechos los lazos de hermandad, donde muy seguido debatimos y damos distintos puntos de vista en todo lo relacionado con el folclor vallenato, bajo el marco del respeto por los conceptos y opiniones de cada quien; es decir, somos una «Cofradía», personas que estamos unidas por los mismos gustos e intereses en pro de rescatar, salvaguardar, resaltar y dar a conocer todo lo relacionado, con esta expresión musical, cultural y folclórica .

En el grupo «Tertulia Vallenata» tenemos claro el concepto de que la música vallenata es un patrimonio cultural intangible que no podemos palpar con nuestras manos, porque no es un material, pero sí podemos tocarlo con el corazón y hacer una férrea defensa de ella, que es lo que pretende Éder Jiménez y su grupo de colaboradores, quienes no escatiman esfuerzos en esa titánica y loable labor y aunque muchas veces alguno de los integrantes por x o y razón nos sentimos tristes o alejados del grupo no falta la mano amiga que nos impulsa, simplemente porque una dosis extra de motivación siempre es bienvenida y para la mayoría de nosotros un consejo o una frase, puede suponer un gran empujón, para conseguir una nueva perspectiva de nuestra labor y vida cotidiana y por qué no, animarnos a seguir debatiendo y aportando más sobre este tema que tanto amamos y con el que nos identificamos plenamente.

Este maravilloso grupo que como su nombre lo indica «Tertulia Vallenata», es una reunión de personas que habitualmente nos juntamos a través del chat para conversar, debatir o discutir de los pormenores que suceden en la música vallenata, es un espacio que se ha convertido como en un oasis cristalino que mitiga nuestra sed en este desierto en que nos encontramos por la falta de buenas agrupaciones en la actualidad. Aquí le damos rienda suelta a nuestro gusto musical, alejándonos por unos minutos de la ajetreada vida laboral en la que vivimos. Este grupo en donde encontramos: compositores, cantantes, acordeonistas, cajeros, guacharaqueros, guitarristas, investigadores, folcloristas, coleccionistas, escritores, poetas; personas de distintos oficios y profesiones, pero con un gusto muy similar, amantes de la música de » » Francisco el Hombre», es como una válvula de escape que nos ayuda a combatir el estrés, muchas veces nos cambia la percepción de algunos pensamientos que teníamos, aportando una sensación de libertad y de interacción social.

En este tercer aniversario del grupo «Tertulia Vallenata» solo me resta felicitar a su creador Eder Jiménez y a todos los integrantes de este maravilloso espacio cultural, musical, folclórico y pedirle al Dios del Universo que nos mantenga unidos por siempre!.